Páginas

martes, 23 de marzo de 2021

Escuela de la fe: El corazón y el Evangelio.

(San Benito)

Continuando con las enseñanzas de San Benito en el prólogo de su regla leemos que el Señor buscando su obrero lo llama entre la multitud y le dice, ¿Quién es el hombre que quiere la vida y desea ver días felices?; San Benito, con estas palabras nos da a entender que Dios va buscando al hombre y que busca el corazón del hombre, pero el hombre que está sediento de vida y de felicidad se inclina a buscar la felicidad en los bienes temporales y materiales.

Es importante comprender que el evangelio se dirige a hombres que buscan la felicidad es decir a hombres que buscan la verdad, porque la diferencia entre el hombre y los animales reside en que para estos últimos vivir consiste en adaptarse perfectamente al medio ambiente al ecosistema en el que están, en cambio, para el hombre vivir consiste en buscar aquello que ningún medio ambiente le puede dar la felicidad.

En el corazón del hombre hay un ansia de la búsqueda de la verdad del bien y de belleza que es Dios en la esencia de su Ser. Estas tres realidades (Verdad, bondad Y Belleza); son la felicidad en un estado perfecto en donde todo es verdadero.

Los animales no buscan la felicidad se conforman con no morir o simplemente existir, en la actualidad parece que algunos que se conforman con no morir y nada más y eso nos tiene que hacer pensar. Si los hombres están dispuestos a “perder la vida” con tal de alcanzar esa plenitud de verdad de bien y de belleza que llamamos felicidad.

Cuando vemos a alguien busca en verdad la felicidad, solo la puede encontrar en una persona, en la belleza de un hombre verdadero que es Jesús; porque es Él que se presenta como el que viene a colmar esa sed de felicidad, por eso Jesús dijo: Él que tenga sed que venga a mí y beba. Jesús habla precisamente de la sed del corazón y se presenta como la respuesta a esa sed de verdad de bien y de belleza, ÉL se presenta como:   Yo soy la verdad, Yo soy la luz del mundo. Se presenta como la resurrección y la vida y como Él es la vida: Yo soy la vida, Yo Soy el pan de la vida, el que me coma vivirá por mí; se presenta también como la belleza porque quienes le han conocido y tratado percibieron la gloria y la majestad de su esplendor y su belleza. 

El apóstol San juan escribió y hemos contemplado su gloria, siempre que le demos gloria hemos de pensar siempre en la belleza, la gloria que recibe del Padre. Y Jesús, como hijo único de Dios está lleno de gracia y de verdad.

San Pedro también por su parte afirma, hemos visto con nuestros propios ojos su majestad o sea su gloria, su belleza. El evangelio supone por lo tanto que los hombres quienes les interesa la verdad, el bien y la vida, estos hombres buscan a Jesús que es la felicidad y la vida misma. Hemos encontrado al Mesías exclamaban con alegría los apóstoles; por eso, el primer enemigo del evangelio es la superficialidad, es decir, esa actitud por la que los hombres se quedan atrapados en la apariencia inmediata de las cosas y no escudriñan en su propio corazón para descubrir la sed profunda que hay en ese corazón.

El mundo, la sociedad actual censura el silencio, la oración y la escucha del corazón y lo hace mediante la multiplicación de los intereses inmediatos; lo que implica morder ese anzuelo independiente de los intereses inmediatos, lo atrapa la inmediatez, el ruido y vértigo exterior; hasta que no cambie claro; su interés por las cosas que el mundo le ofrece, esto le impide abrir sus oídos al evangelio que es la Palabra que da vida al mundo. Termina el hombre contemporáneo de hoy absorto y con toda su atención en el hedonismo de los bienes materiales y así queda inmerso en la superficialidad que el “mundo “le ofrece y no le quedan energías para abordar el camino hacia su propio corazón.

Es imprescindible hoy, en primer lugar, reflexionar y decidir en nuestra vida de oración y de fe, hasta dónde voy a dejar entrar al mundo y sus insistencias en mi vida y establecer una línea roja, una frontera más allá de la cual no le voy a dejar entrar. Esta postura es casi imposible en este mundo globalizado, para la mayoría incluso por razones laborales. Pero lo que siempre es posible es el limitar el número de horas que permitiré que mi atención esté ocupada en determinadas actividades.

En segundo lugar, lo que debemos hacer es recuperar el silencio interior es una decisión de la voluntad de guardar silencio y nace de la conciencia de que en realidad es el silencio quien nos guarda a nosotros, nosotros decimos hay que guardar silencio, pero es que en realidad que es el silencio quien nos guarda a nosotros porque, el silencio es el que permite que nos encontremos con nuestro propio corazón y que descubramos lo que de verdad anhelamos y necesitamos.

Estar en  silencio antes que callar, supone detenernos en una cierta medida a la cantidad de estímulos  exteriores que nos llegan desde el mundo desde la sociedad, porque la sociedad nos trata como si fuéramos una terminal de recepción de datos, nos está bombardeando siempre con multitud de datos y  el silencio supone detener, eso por lo menos hasta cierto punto; supone desarrollar en nosotros la capacidad de “desconectarnos”,  quién lo iba a decir que desconectarse iba a convertirse  en un gesto revolucionario ; pues la revolución hoy en día es la búsqueda de la paz y  de la  verdad;  para  encontrar la paz interior se  comienza por  decir una cosa tan sencilla como:<<quiero estar conmigo mismo y con Dios >>. Cuando San Benito se marchó Al monte Subiaco dice su biógrafo, que se marchó y retiro a habitar consigo mismo, San Benito, vivía en Roma, pero veía como día a día había demasiado ruido y al final se fue a la cueva de Subiaco a habitar consigo mismo y encontrase con Dios.

Si no hacemos silencio interior  nos convertimos en un elemento más del mundo de ahí la importancia de los retiros¸; es curioso esta palabra retiro;  retiro significa desaparecer me retiro me voy de retiro o sea desaparezco del ruido del mundo de esta red de relaciones y me ocupo más y más intensamente de lo que no es del mundo de Dios y su reino. El señor Jesus  le dijo a Pilato que era un buen representante del mundo, le dijo mi Reino no es de este mundo, mi Reino no es de aquí como diciéndole a Pilato, es difícil que me entiendas porque tú eres un elemento del mundo estás metido hasta las cejas en el mundo eres un servidor del emperador pero mi reino no es de este mundo mi Reino no es de aquí.

San Jerónimo, tiene una frase preciosa que dice así, << aunque por culpa nuestra perdimos el paraíso añoramos no obstante la antigua felicidad incapaces de olvidarla>>, es decir, San Jerónimo está convencido de que en nosotros hay una nostalgia del paraíso que, en nuestra memoria, hay algún rincón en el que hay como un recuerdo de esa época felicidad y armonía perfecta de la existencia humana anterior al pecado. Cuando la verdad del vivir y la belleza nos acompañaban todas las tardes a toda hora y en todo momento, como dice el libro del génesis porque el Dios estaba en medio del jardín y bajaba podríamos decir a cenar con Adán y Eva, estaban juntos eso era el paraíso, el paraíso es Dios en medio de los hombres es la verdad del bien y la belleza que es Cristo junto con nosotros.

San Jerónimo cree que en algún rincón de nuestra memoria espiritual hay como un recuerdo del paraíso como una nostalgia de un lugar en el que no hemos estado pero que nosotros sabemos que ha existido y que es real y que a ese lugar se puede volver. Añoramos algo de lo que no tenemos, es un recuerdo claro pero que sabemos que corresponde a los anhelos de nuestro corazón y que es posible volver a ese estado de gracia original; porque en un tiempo lejano fue real es como una instancia que hay en nosotros y nos anima a volver al paraíso a volver a una comunión plena con Dios.  Nuestro verdadero ser y nuestra identidad más profunda no es el vértigo de la libertad que se entrega al pecado, sino la alegría de la inocencia primera, que confía en Dios y se abandona a Él.

El pecado hermanos nos atrae, nos atrae como una serpiente, como esas serpientes que envenenan y atrapan e inmovilizan a la presa antes de engullirla. El pecado es así, y tiende a hipnotizarnos y nos ofrece la fascinación de un vértigo de una caída sin fondo, con nostalgia pérdida del paraíso el camino para llegar a ver a Dios; es estar alegres en medio de las pruebas y el sufrimiento con la de la inocencia y seguridad de un niño en los brazos de su madre, que confía en Dios y se abandona en Él. Este es el camino, eso es lo que hay que hacer, porque dice el Señor si no os hacéis como niños no entrareis en el Reino de los cielos.

El salmo 118 dice que: <<Correré por el camino de tus mandatos cuando me ensanches el corazón >>. Por lo tanto, para acoger el evangelio debemos de bajar a nuestro corazón, pero ahora damos un paso más y decimos tenemos que dilatar el corazón, porque si no el evangelio no cabe en nuestro corazón, para recorrer el camino de cristo hace falta dilatar el corazón, porque como escribe San Juan ;<< Dios es más grande que nuestro corazón>>.

En efecto, lo que nuestra razón entiende como la verdad, el bien y la belleza queda desbordado en cuanto empezamos a conocer a Jesucristo en cuanto empezamos a conocer el Dios que nos revela Jesucristo que es el único Dios que existe que es el único Dios verdadero; por ejemplo, para contemplar  la idea de verdad que tenemos se tiene que dilatar  nuestro corazón  y la razón a la luz del Espíritu Santo, para acoger al Dios uno y trino; porque si no, la idea de verdad que tenemos los hombres de una manera natural se sostiene  en el principio de identidad, por el cual decimos que una cosa es esa cosa y es  real.

Pero cuando conocemos al Dios que sobrepasa todo entendimiento humano o angélico, se nos revela Jesucristo al partir el pan como a los discípulos de Emaús porque Él está realmente presente en las apariencias del pan y del vino, revelado y escondido en la Eucaristía; hemos de confesar y creer en esta verdad revelada, para poder estar en comunión con la Santísima Trinidad. Para entender este sagrado Misterio que Dios es uno y es al mismo tiempo trino, y que son las tres personas realmente distintas, entre sí que constituyen el único Dios verdadero.

El encuentro con  Jesucristo  nos enfrenta ante   la decisión de  dilatar el corazón y dilatar también la razón, la idea de bien que la razón tiene se ciñe al orden de la justicia, la idea de bien que tenemos todos de manera natural consiste en dar a cada uno lo que le corresponde de acuerdo a San Agustín ; mientras que el Dios que nos revela Jesucristo rebasa por completo el orden de la justicia, sin negarlo, pero lo sobrepasa mediante su misericordia hasta el punto que para Él; hacer justicia significa que su hijo Jesucristo muera en la cruz en lugar nuestro para que nosotros seamos hechos justos por su sangre.

Dios es más grande que la justicia y por lo tanto hay que acoger a Dios en nuestros corazones, este bien que va más allá de la justicia se llama misericordia, es la idea de belleza que la razón tiene y piensa siempre. La belleza, como armonía y como hermosa apariencia; mientras que la fe cristiana declara que el más bello de los hombres es Jesucristo; aquel que no tenía apariencia ni presencia que era despreciable y desecho de los hombres como uno ante el cual se oculta el rostro estas son las palabras del profeta Isaías que se cumplen en la pasión de Cristo; sin embargo, de ese rostro escupido, flagelado escarnecido coronado de espinas sangrante de ese rostro, que da miedo mirar. se oculta a los hombres el misterio y el resplandor de su belleza…

El salmo 44 dice: <<Eres el más bello de los hombres>>; por lo tanto, también hay que ensanchar el corazón y la mente para un nuevo concepto de belleza. El evangelio supone no sólo caminar hacia el propio corazón, sino además dilatarlo, nuestra fe nos pide una dilatación del corazón y de la razón, para acoger el misterio de un Dios que nos rebasa y que lleva nuestra esperanza, mucho más allá de cuanto nosotros podíamos imaginar. San Pablo escribe,lo que ni el ojo dio ni el oído yo ni al corazón del hombre llegó lo que Dios ha preparado para los que le aman y a nosotros nos lo ha revelado por medio del Espíritu y el Espíritu todo lo sondea hasta las profundidades de Dios.

El papa Benedicto XVI , en su encíclica sobre la esperanza, recuerda a Santa Josefina Bakhita, que era una esclava Sudanesa, que pasó por varios dueños que la maltrataron, unos y en cualquier caso todos la consideraban como lo que era para ellos una esclava, alguien a su servicio hasta que las circunstancias de la vida; por no decir más bien la providencia hizo que llegara a Europa y aquí conoció el cristianismo, conoció a Dios y entonces para ella Dios fue su nuevo y definitivo amo, un amo que a diferencia de los demás, la amaba por sí misma con un amor infinito y  no la amaba por los trabajos que hacía por los servicios que prestaba, sino por ser  ella misma y ella se consagró por completo  a la vida religiosa a ese nuevo Amo que encontró a través del conocimiento de  Jesucristo. Bakhita, abrazo la felicidad plena y esta esperanza que nunca había tenido hasta ese momento, su esperanza era y se limitaba solo a que no la maltratasen, con eso tenía bastante, pero después de este encuentro con Jesucristo al contemplar un crucifijo ante el Sagrario, a partir de ese momento, descubrió, la esperanza de llegar a ver a Dios cara a cara como le veremos tal cual es.

Para terminar, oremos: Padre en ti esta la Verdad bondad felicidad y la belleza, te suplicamos que derrames sobre nosotros tu Espíritu Santo, que Él nos de la fortaleza para superar la superficialidad que nos envuelve y caminar hacia nuestro propio corazón, acogiendo, la sed y la felicidad unidos al corazón de Jesús. Concédenos contemplar tu rostro en nosotros desfigurado por el pecado y la nostalgia del paraíso perdido, Ensancha nuestro corazón y entendimiento hasta que seamos capaces de acoger tu inmenso amor hacia todos los hombres, por Jesucristo nuestro Señor, Así sea.

 

+++Bendiciones…

 

Fuente Bibliográfica: Reflexiones del Pbro.: Fernando Colomer Fernández.


martes, 16 de marzo de 2021

Escuela de fe, Catequesis I: Hijos y discípulos:

(San Benito)

La palabra nos indica que la escuela es el lugar donde venimos a que alguien nos instruya y   nos enseñe, durante esta catequesis, pues es él mismo San Benito quien nos va enseñar. Este gran Santo, fue un hombre del siglo quinto ,que nació en el año 480 murió en el año 547; por su vida y su obra se le reconoce como el padre de todos los monjes de occidente y el padre del monacato occidental, nació en una familia cristiana acomodada de Nurcia y a los 16 o17 años fue enviado a Roma junto con su nodriza que le amaba entrañablemente a estudiar a estudiar lo que se estudiaba entonces: retórica, filosofía y derecho

El ambiente moralmente malsano de Roma hizo que San Benito al cabo de un tiempo se marchara de Roma y huyera con su nodriza a un pequeño pueblo en  donde se estableció al lado de la iglesia de San Pedro y allí llevaba una vida de intensa oración y ocurrió que por su plegaria se produjo un milagro, lo cual le acarreó fama de santo en ese lugar y sus alrededores entonces él comprendió que no podía quedarse allí y se escapó abandonando a su nodriza para huir a un lugar desconocido donde nadie le conociera y supieran nada de él.

Escogió  San Benito un lugar de Italia desconocido que resultó ser los montes de Subiaco, en la montaña allí se instaló en una cueva como los antiguos padres del desierto que sin duda él conocía. Allí permaneció nada menos que 25 años a lo largo de los cuales se le fueron juntando porque claro al principio nadie le conocía, nadie sabía de él pero poco a poco se fueron enterando y se le fueron juntando una serie de hombres todos buscadores de Dios con los cuales organizo doce monasterios de 12 monjes cada uno de los cuales él era el Padre Espiritual ; pero la envidia de un sacerdote hizo que él pensará que se debía de marchar de allí para que no perjudicarán a estos monjes de los cuales él era el padre espiritual; se marchó así nombrando antes un Abad para cada monasterio y se fue a monte Casino allí fundó un monasterio. Allí vivió hasta el final de su vida y escribió un libro que él nos ha dejado que es la regla de los monjes, la regla benedictina,una regla llena de unción y de sabiduría espiritual de ella nos vamos  alimentar en esta escuela de la fe y hoy lo hacemos comentando un pequeño párrafo del prólogo de la regla que dice así:

<<Escucha hijo estos preceptos de un maestro, acusa el oído de tu corazón acoge con gusto esta exhortación de un padre entrañable y ponla en práctica para que por su obediencia laboriosa retornes  a Diós del que te habías alejado por la indolencia y desobediencia>>; en este párrafo del prólogo de su regla San Benito nos entrega tres   elementos fundamentales para poder vivir la vida cristiana: Escuchar con el corazón reconocer y acogerse a un magisterio a una paternidad y comprometer nuestra libertad en una obediencia.

1-En primer lugar, escuchar con el corazón:

San Benito entiende que hay que conocer al propio corazón entrar en él y descubrir cuáles son sus anhelos los deseos profundos que lo habitan , también las trampas que hay en él los recónditos traicioneros que en él se esconden la vida cristiana supone hombres y mujeres que bajan a su corazón que lo conocen en una cierta medida que saben lo que el corazón busca o por lo menos lo intuyen aunque sea oscuramente y que desde ahí desde el corazón pueden valorar la propuesta que se les hace, todo esto significa que a los ojos de San Benito; El primer enemigo de la vida cristiana es la superficialidad, la superficialidad significa que el hombre vive en la periferia de su ser y no baja a su propio corazón no baja al centro de su corazón que lo constituye, sino que se queda en la superficie de sí mismo; entonces la acogida del evangelio no es posible porque el evangelio es la respuesta a los anhelos profundos del corazón y si uno no conoce los anhelos profundos de su corazón no puede percibir la belleza del evangelio.

Cuando una persona se queda en el nivel de su sensibilidad se queda en la superficialidad de lo sensible del me gusta o no le gusta, me apetece o no me apetece y no sabe pasar de ahí y bajar a lo profundo de su ser. Entonces a esta persona el evangelio no la respalda porque en el evangelio  anuncia a Cristo como pan de vida como luz del mundo ,como respuesta a los anhelos profundos del corazón, pero para eso hay que entrar en contacto con esos anhelos por eso san Benito nos dice en primer lugar, si quieres ser cristiano no seas superficial, no te quedes en la periferia de las cosas , baja a lo profundo de ti mismo …

2- Reconocer un magisterio una paternidad:

En segundo lugar, San Benito habla de la necesidad de una  paternidad ; es decir él entiende que  existe una dificultad para poder vivir la vida cristiana, es la mentalidad igualitarista que no quiere reconocer relaciones y simétricas es decir relaciones en las que no se está al mismo nivel en las que no “todos son iguales” ; porque hay uno que enseña y otro que aprende, uno que guía y otro que es orientado, uno que ha tenido determinadas experiencias y otro que no las ha tenido, en una palabra uno que posee autoridad y otros que se benefician de esa autoridad; pero hay muchas personas hoy en día que no quieren aceptar eso y dicen: no, no, no, somos todos iguales, todo es  igual, pero si no aceptas un nivel de enseñanza entonces  no hay padres, no hay maestros.

San Benito entiende que es necesario recordar aquí la palabra del Señor: Vosotros en cambio no os hagáis hacer llamar rabí; porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos y nadie es Padre vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro padre el del cielo. San Benito no desconoce esta palabra ni muchísimo menos, pero cree que el único Padre que tenemos que es el Padre del cielo el único Padre con mayúscula suscita hombres que encarnan de algún modo su paternidad que la hace invisible y sensible para nosotros y que reconocer esa paternidad acogerse a ella es una condición para crecer y creer en el afecto de tener un Padre.

Ahora bien, quien no quiere tener padre porque inventa todo, porque en el fondo dice la realidad empieza  conmigo,  este hombre no crece, es está condenado a la esterilidad. También creé San Benito que el único maestro que tenemos que es Cristo Él suscita hombres que nos instruyen y actúan en su nombre esos hombres son los obispos y los presbíteros o laicos; reconocer su autoridad es para nosotros una garantía de crecimiento.

Una de las desgracias de nuestra situación eclesial actual es que muchos cristianos no ven en los obispos y los sacerdotes un padre y un maestro sino tan sólo alguien que ha recibido un encargo una misión, una misión que tiene que realizar un servicio en favor de la comunidad, ven en él un servidor y es correcto; pero no entienden que su principal servicio consiste en ser padre y maestro. Los propios obispos y sacerdotes pueden caer en esa misma trampa y verse a sí mismos como servidores como gestores de la vida de la comunidad cristiana, pero sin ser padres ni maestros de aquellos que les han sido confiado, esta tentación existe y  sabéis por qué?, porque ser padre y maestro es mucho más exigente que ser un líder un gestor un animador un acompañante.

Cuando uno es padre acoge a todos los que llegan a él como hijos lo que significa que establece con ellos una relación que le vincula a él para siempre una relación que una vez establecida ya no es opcional para él porque se convierte en signo de la paternidad de Dios y Dios nunca deja de ser padre es mucho más cómodo ser un servidor un criado un encargado un líder un acompañante un animador que no un padre. Pero Dios es Padre y los obispos y los sacerdotes deben ser signos de esa paternidad de Dios

Digamos lo mismo de ser maestro, ser maestro es mucho más que ser profesor un profesor transmite unos conocimientos que él posee sin que esa transmisión le implique a él personalmente comprometa su vida en cambio un maestro solo enseña y transmite aquello que él ha experimentado aquello que él ha hecho vida y experiencia suya aquello por lo que está dispuesto a sufrir y si hiciera falta incluso a morir ese es el maestro el profesor da lo que tiene el maestro da lo que es por eso es más difícil pero es también mucho más bello ser maestro que ser profesor.

3-comprometer nuestra libertad en una obediencia:

Finalmente, en tercer lugar, se entiende que para vivir la vida cristiana necesitamos comprometer nuestra libertad en una obediencia San Benito entiende que el alejamiento de Dios en el que estamos es fruto de una decisión de nuestra libertad por la que hemos preferido hacer nuestra voluntad seguir nuestros deseos satisfacer nuestros caprichos en vez de obedecer a dios.

Estamos así hoy, por lo tanto, ante una desobediencia que sólo puede ser remediada con una obediencia a la que Dios nos indica y nos pide. Es decir, San Benito entiende que estamos lejos de Dios no porque nos hemos perdido, sino, porque nos hemos rebelado, porque hemos preferido hacer lo que nos pedía al cuerpo, lo que yo creo, lo que yo entiendo, lo que yo comprendo, lo que yo diseño, lo que yo proyecto, en vez de acoger lo que Dios ha diseñado ha proyectado y ha querido realizar en nuestras vidas.

San Benito hace un diagnóstico iba a decir cruel y cruel no un diagnóstico con toda crudeza dice que hay una desobediencia y para remediarlo hace falta una obediencia, pero san Benito en este trocito del prólogo que hemos leído nos enseña dos adjetivos:

<< Una a la desobediencia y otro a la obediencia a la desobediencia a la llama indolencia, este adjetivo nos sugiere que hay en nosotros una pereza fundamental una acedia como decía anteriormente igual que los padres del desierto por las cosas de Dios >>.  Nos parecen tristes lejanas estas palabras carentes de interés y esa acedia, esa desgana,esa pereza, nos paraliza cualquier esfuerzo para acercarnos a ellas para vivirlas y realizarlas.

Es interesante la obediencia que San Benito dice: ¿porque hemos desobedecido?  y sugiere hemos desobedecido, porque estamos prisioneros de una pereza, de una desgana ,de una apatía con base a la cual cuando vemos las cosas de Dios pues parece que se nos cae el mundo encima, vemos  las cosas desagradables lejanas y  difíciles, en cambio cuando vemos las cosas superficiales como centro de nuestras vidas es  cuando  nos volvemos a las bienes temporales del “mundo”  como por ejemplo :el nuevo modelito del smartphone que ya ha salido al mercado o lo que sea, pues nos entusiasmamos  con esto y así abandonamos lo profundo y vivimos en lo superficial.

Por eso la obediencia que ahora se requiere para remediar esa desobediencia es calificada por San Benito de laboriosa, quiere decir de difícil logro y  trabajosa, no podemos hacernos la ilusión de que nuestro camino hacia a Dios va a ser fácil de que no va a suponer para nosotros un esfuerzo claro, que va a suponer un esfuerzo; un esfuerzo en primer lugar de reflexión de clarificación de búsqueda de la verdad y del  desenmascaramiento de las mentiras  esto es un esfuerzo de nuestra voluntad, porque hay que reflexionar, hay que pensar ,hay que estudiar hay que escuchar;  después de un esfuerzo de la voluntad y la razón. Porque hay que remover los obstáculos que nos separan de Dios y eso no va a ser una tarea fácil entiende San Benito; pero a esa tarea es a la que estamos convocados. Terminemos con una breve oración:

Padre de bondad, danos el coraje necesario para bajar a las profundidades de nuestro corazón iluminanos para que sepamos reconocer los padres y los maestros que tú pones en nuestra vida y abramos nuestro corazón a ellos para que nos guíen en el camino hacia ti, infundenos  tu espíritu santo para que el modele  nuestra libertad en la obediencia a tus mandamientos, por Jesucristo nuestro Señor en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

 

+++ Bendiciones.

 

Fuente Bibliográfica: Reflexiones del Pbro.: Fernando Colomer Fernández.