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viernes, 27 de abril de 2018

La Vid Mística


San Juan (15,1-8): Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. 

Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. 

Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. 

Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. 

Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis.  La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos.

San buenaventura en su magnífica obra, asocia la Vid Verdadera del evangelio de San Juan a la Vid Mística, que es Jesucristo en sus Sagrados misterios de su Pasión y de manera admirable los contempla y asemeja a las virtudes y méritos de su Encarnación. 

Jesús es la Vid Verdadera, es el Árbol que da Luz y Vida a todo lo creado, Visible e invisible , El Padre es el Viñador y nosotros sus Hijos somos sus Sarmientos, Siervos suyos que debemos Cultivar y fructificar su Viña que su diestra planto en medio de un Jardín (Gen 2,8).El Hijo de Dios es la Cepa que dio fruto en la Plenitud de los tiempos en el vientre de la Bienaventurada Virgen María; es El fruto Santo y Bendito que por la obra y gracia del espíritu Santo es el alimento del Verdadero Árbol de vida que da fruto doce veces una vez cada mes y sus Hojas sirven de medicina y sus frutos de Alimento (Cf Ap. 22, 2; Ez 47, 12). 

El Dueño de la Viña es el Padre, de modo que el hombre está llamado a labrar y cuidar la viña; sin Dios nada somos, nuestra fatiga es inútil; porque el que Padre es el que hace crecer el Huerto y sin El nada podemos hacer. Si bien el que planta y el que riega son una misma cosa, cada uno recibirá su Salario según su propio trabajo (1 Co 3,7). 

Nosotros como Fieles Siervos de Dios debemos ofrendar el fruto de las primicias porque ha llegado el tiempo de la vendimia (Cosecha). Todo sarmiento que no de fruto será echado al fuego y aquel Sarmiento que da fruto a su tiempo será podado para que fructifique.


Al meditar el bello Himno del invitatorio de laudes de la liturgia de las horas reflexionemos hermanos como nosotros no damos los frutos que espera recoger El Dueño de la Viña como Padre de todos los hombres; los frutos que nosotros le damos son:<< solo Racimos amargos y zumos de amarga tinta, frutos amargos, amargas uvas y espinas>>. Y al contrario le ofrecemos el Cáliz amargo que le dieron a beber a su amado Hijo en el Patíbulo de la Cruz.

En la Parábola de los labradores homicidas (Mt 21, 33,43); nuestro señor Jesucristo toma hechos del trabajo cotidiano del pueblo de Israel como era el cultivo de la uva y su producto final el Vino. Sin embargo, acontece que al llegar el Tiempo de la cosecha el Dueño de la viña envía a sus siervos y profetas para recoger sus frutos y fueron uno por uno asesinados, por ultimo envía su propio Hijo e hicieron con Él lo que quisieron para apropiarse de la Viña.

¿Qué hará pues el Dueño de la Viña con los labradores miserables y homicidas que no le correspondieron entregaron el fruto esperado?, el mismo Jesús nos enseña:<<Por eso os digo: Se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos.».

Hermanos, nuestro señor Jesucristo nos llama a que seamos Fieles administradores y Discípulos suyos y nos llama a guardar sus Mandamientos y permanecer en su Amor :<< No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda, Lo que os mando es que os améis los unos a los otros. >> (Jn 15,17).

El Padre que nos creó nos predestino, su Hijo Jesucristo nos llamó a dar los frutos y las Primicias del Espíritu que nos Santifican para que así recibamos el Gozo, la Gloria y la Vida Eterna. El llamado que nos hace Jesús como Hijos y Siervos de Dios es vivir en la libertad del Espíritu y no en las obras de la Carne.

Si nuestra vida es guiada por el espíritu recibiremos los frutos del Espíritu, pero si nuestra Vida es gobernada por nuestras pasiones desordenadas obtendremos los frutos de la carne. San Pablo en la Carta a lo Galatas  nos aclara que la carne tiene apetencias e inclinaciones contrarias al Espíritu (Gálatas 5.19, 26):
<<Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios.

En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley. Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias. Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu. No busquemos la gloria vana provocándonos los unos a los otros y envidiándonos mutuamente. >>

No hay Ley que nos condene si ofrecemos y vivimos las primicias del Espíritu, para dar el Fruto abundante a su tiempo; pero antes debemos pues crucificar la carne con todas sus apetencias y pasiones.

La Vid Verdadera como Dijimos es el Cuerpo de Cristo nosotros somos sus sarmientos Vivos Bautizados por un mismo Espíritu en la Comunión con su Cuerpo que es el Sacramento de Vida; El Padre derrama el Espíritu sobre quienes están Habitados por sus Palabras para conducirnos a la Verdad Plena. Si la semilla del Verbo que el Padre planto en nuestro Corazón ha dado su Fruto. Es porque como Sarmientos vivos permanecemos unidos a Jesucristo con El Padre, por El Hijo con y en El Espíritu Santo que ha sido Derramado en nuestros Corazones.


+ EDIFICASTE UNA TORRE

Edificaste una torre para tu huerta florida;Un lagar para tu vino y, para el vino, una viña.Y la viña no dio uvas, ni el lagar buena bebida: Sólo racimos amargos y zumos de amarga tinta.

Edificaste una torre, Señor, para tu guarida;Un huerto de dulces frutos, una noria de aguas limpias,un blanco silencio de horas y un verde beso de brisas.

Y esta casa que es tu torre, este mi cuerpo de arcilla,Esta sangre que es tu sangre y está herida que es tu herida.Te dieron frutos amargos, amargas uvas y espinas.

¡Rompe, Señor, tu silencio, rompe tu silencio y grita!

Que mi lagar enrojezca cuando tu planta lo pise,Y que tu mesa se endulce con el vino de tu viña. Amén.


+++Bendiciones.


viernes, 13 de abril de 2018

El Misterio de La Ascensión a los Cielos de Nuestro Señor Jesucristo


Hechos  1. 6,11 :
Los que estaban reunidos le preguntaron: «Señor, ¿es en este momento cuando vas a restablecer el Reino de Israel?»

Él les contestó: «A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad, sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.»

Y dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube le ocultó a sus ojos.

Estando ellos mirando fijamente al cielo mientras se iba, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo? Este que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como le habéis visto subir al cielo.»

La contemplación del Misterio de la Ascensión de nuestro Señor Jesucristo en su cuerpo y alma al cielo es muy poco conocida por la mayoría de los Fieles, porque se hace una lectura superficial de la parte inicial de los Hechos de los Apóstoles como quien pasa una página y seguimos<< buscando entre los muertos El que está Vivo…..>>. El esplendor de la Gloria en la Ascensión de Jesucristo es la inauguración y revelación de un tiempo Nuevo y es donde nace la Liturgia de una Nueva Alianza y Eterna.

Cuando Jesús es levantado en la cruz en realidad es levantado junto al Padre a la bóveda del Cielo; he aquí la nube en que en su Ábside aparecen una Mujer y su hijo (Apo 12); es la misma Visión de la Virgen dando a Luz a la Iglesia en el desierto, en el Santuario encontramos a millares de ángeles, finalmente en los muros de la iglesia, las piedras vivas , la multitud de los Santos << la nube los Testigos>> la iglesia de los Primogénitos.Con la Ascensión a los Cielos Jesucristo se hace presente y se Revela llenándolo todo con su Luz, como en el Huerto de los Olivos, el derrama sobre los hombres sus Dones y su espíritu (Ef.4, 7,10).

La manifestación del Misterio de la Ascensión  es progresivo  desde el libro del Genesis hasta el Apocalispsis No se irá el cetro de la mano de Judá, bastón de mando de entre sus piernas,hasta que venga el que le pertenece, y al que harán homenaje los pueblos.(Génesis  49:10) No llores; mira, ha triunfado el León de la tribu de Judá, el Retoño de David; él podrá abrir el libro y sus siete sellos.» (Apocalipsis  5:5).Desde el principio de su Nacimiento, Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión a los Cielos el Hijo de Dios se hace hombre para que por sus Méritos lleguemos a hacer hijos de Dios,  para que seamos uno, como Él es uno con El Padre.

El significado central de este grandioso Misterio es que el Hijo de Dios, en la misma nube  Gloria que lo oculto ante los ojos de sus Discípulos, es en esta misma Nube que lo veremos venir del Cielo en su Segunda Venida. Por esto, La Iglesia clama incesantemente << Ven Señor Jesús>>. No Vendrá montado en un pollino o humilde Asno como entro a Jerusalén antes de su Martirio.;Se abrirá el Cielo y vendrá montado como un Jinete en un caballo blanco revestido de Gloria y Majestad, como nos lo Revela el Libro del Apocalipsis: 

Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco: el que lo monta se llama «Fiel» y «Veraz»; y juzga y combate con justicia. Sus ojos, llama de fuego; sobre su cabeza, muchas diademas; lleva escrito un nombre que sólo él conoce; viste un manto empapado en sangre y su nombre es: La Palabra de Dios. Y los ejércitos del cielo, vestidos de lino blanco puro, le seguían sobre caballos blancos. De su boca sale una espada afilada para herir con ella a los paganos; él los regirá con cetro de hierro; él pisa el lagar del vino de la furiosa cólera de Dios, el Todopoderoso. lleva escrito un nombre en su manto y en su muslo: Rey de Reyes y Señor de Señores.(Ap 19. 11,16).

Jesús es el Único Sumo Sacerdote que está sentado a la derecha del Padre en los Cielos en su Majestad y gloria; es la Palabra por quien todo fue hecho;  todo lo visible e invisible, tronos, dominaciones y potestades, Es el Verbo encarnado que Retorna al Corazón del Padre tras de haber cumplidó su Misión y Voluntad (Is 55.11).

Él es, El Viene y El vendrá. (Ap 1,4). Adorémosle en Espíritu y Verdad, porque estos son los Adoradores que buscan al Padre  (Jn 4, 23). San pablo en la carta alos Hebreos nos dice :<<Henos aquí a mí y los Hijos que me has Dado >>(Hb 2.10 ss.). Nosotros como hijos de Dios debemos retornar movidos por la Gracia del Espíritu Santo al Corazón del Padre, convenía pues en Verdad, según San pablo, que aquel con quien y para quien existe todo, condujera a muchos Hijos a la gloria perfeccionandolos  mediante el Sufrimiento al que iba a guiarlos a la Salvación, pues Santificador y Santificados tienen todos el mismo Origen.

San Ireneo  afirmaba :<< La gloria de Dios es que el Hombre Viva >>. Pero esto se cumple a partir de la hora que el Hijo del Hombre es Glorificado (Jn 12, ss).



<<A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad, >> le responde el Señor Jesús a sus Discípulos cuando le preguntan cuándo va Reestablecer su Reino. En la iconografía de la Ascensión (ver imagen), el Señor tiene en su Mano el Rollo de la Historia pero, también Bendice con su Mano derecha, siempre uno con el Padre; El Cordero derrama el Rio de la Vida y debajo del Altar se encuentran los Testigos degollados, los Mártires a causa de la palabra de Dios que Profesaron Gritan:

(Cf Ap 6, 10) << ¿Hasta Cuando Señor Santo y Veraz vas a estar sin hacer Justicia y vengarte de los habitantes de la tierra por haber derramado nuestra Sangre?>>.Cada vez que que el cordero abre un sello del Rollo de la Historia resuena la invocación : << Ven Señor Jesús>>; que es el estruendo de la Creación que gime con dolores de parto y clama en el corazón del Hombre esperando y aguardando su Gloriosa Venida para verse liberado de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los Hijos de Dios (Rom 8,22).

La iglesia como el Trigo deberá ser Molida Cernida y amasada con la Sangre del Cordero Degollado, con la sangre derramada por los Mártires, Santos y Confesores, es traspasada y purificada por el Espíritu Santo y Fuego; en los últimos tiempos la promesa ha dado su Fruto en la plenitud de la Gloria y Divinidad del cuerpo de nuestro Señor Jesucristo que esta con todos nosotros; este tiempo ultimo o Final de los Tiempos esta colmado de Gracia y de Verdad….

En estos últimos tiempos el Espíritu Santo y su esposa que es la Iglesia se derrama el Espíritu Santo que se nos ha dado; el Hijo del Hombre anunciado, proclamado y Revelado ha Manifestado su Gloria,  se hace Presente; en su cuerpo, en su Alma y Divinidad, es el Cuerpo de Jesús Crucificado Muerto y Resucitado y ascendido a los Cielos que se entrega en cada Eucaristía, para Glorificación y Salvación de los Hombres:


<<Pan vivo bajado del Cielo, Pan de los Ángeles, Remedio para nuestra inmortalidad y miseria>>.

Aleluya, Aleluya, Aleluya....


+++ Bendiciones

lunes, 2 de abril de 2018

La Resurreccion Según La Vision De La Beata Ana Catalina Emmerick


Ana Catalina Emmerick, Beata
Beatificada el 3 de Octubre, 2004
Mística alemana: 1774-1824
Religiosa agustina

+Alma víctima, ofreció enormes sufrimientos viviendo la Pasión de Nuestro Señor. Dios le concedió muchos dones místicos, entre ellos, visiones, estigmatización, locución, éxtasis, etc. 
+En los últimos años de su vida se sustentaba solamente de la Santa Eucaristía.
+ Fue exclaustrada a la fuerza por la invasión napoleónica. Inválida y estigmatizada, vivió la pasión de Jesucristo.
+ Escribió sobre la vida de Jesús. Algunos segmentos:
+Nacimiento de Jesús+La Dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, (libro que inspiró a Mel Gibson a filmar «La Pasión»); -“La Vida de La Santísima Virgen María” y “La Vida de Nuestro Señor”.

 La Resurrección Según La Vision  De La Beata Ana Catalina Emmerick:

Cuando se acabó el sábado, Juan fue con las santas mujeres, las consoló. Pero no podía contener sus propias lágrimas por lo que se quedó con ellas solo un corto espacio de tiempo. Entonces, Pedro y Santiago el menor fueron también a verlas con el mismo propósito de confortarlas. Ellas prosiguieron con su pena después de que ellos se fueran.
Vi el alma de Nuestro Señor entre dos ángeles ataviados de guerreros; era luminosa, resplandeciente como el sol del mediodía, la vi atravesar la piedra y unirse con el Sagrado Cuerpo. Vi moverse sus miembros, y el Cuerpo del Señor, unido con su alma y con su divinidad, salir de su mortaja brillante de luz.
En ese mismo instante me pareció que una forma monstruosa, con cola de serpiente y una cola de dragón salía de la tierra debajo de la peña, y que se levantaba contra Jesús. Creo que también tenía una cabeza humana. Vi que en la mano del Resucitado ondeaba un estandarte. Jesús pisó la cabeza del dragón y pegó tres golpes en la cola con el palo de su bandera. Desapareció primero el cuerpo, después la cabeza del dragón y quedó solo la cabeza humana.
Yo había visto muchas veces esta misma visión antes de la Resurrección y una serpiente igual a la que estaba emboscada en la concepción de Jesús. Me recordó también la serpiente del paraíso, pero está todavía era más horrorosa. Creo que era una alegoría de la profecía: "El hijo de la mujer romperá la cabeza de la serpiente", y me pareció un símbolo de la victoria sobre la muerte, pues cuando Nuestro Señor aplastó la cabeza del dragón, ya no vi el sepulcro.
Jesús resplandeciente, se elevó por medio de la peña. La tierra tembló. Uno de los ángeles guerreros, se precipitó del cielo al sepulcro como un rayo, apartó la piedra que cubría la entrada y se sentó sobre ella. Los soldados cayeron como muertos y permanecieron en el suelo sin dar señales de vida. Casio, viendo la luz brillar en el sepulcro se acercó, tocó los lienzos vacíos y se fue con la intención de anunciar a Pilato lo sucedido. Sin embargo aguardó un poco porque había sentido el terremoto y había visto al ángel apartar la piedra a un lado y el sepulcro vacío. Más no había visto a Jesús.

Mientras la Santísima Virgen oraba interiormente llena de un ardiente deseo de ver a Jesús, un ángel vino a decirle que fuera a la pequeña puerta de Nicodemo, porque Nuestro Señor estaba cerca. 

El corazón de María se inundó de gozo; se envolvió en su manto y se fue, dejando allí a las santas mujeres sin decir nada a nadie. Le vi encaminarse deprisa hacia la pequeña puerta de la ciudad por donde había entrado con sus compañeras al volver del sepulcro. Caminaba con pasos apresurados, cuando la vi detenerse de pronto en un sitio solitario. Miró a lo alto de la muralla de la ciudad y el alma de Nuestro Señor, resplandeciente, bajó hasta su Madre acompañada de una multitud de almas y patriarcas. Jesús, volviéndose hacia ellos dijo: "He aquí a María, he aquí a mi Madre". Pareció darle un beso y luego desapareció.

En el mismo instante en que un ángel entraba en el sepulcro y la tierra temblaba vi a Nuestro Señor resucitado apareciéndose a su Madre en el Calvario; estaba hermoso y radiante. Su vestido que parecía una copa, flotaba tras Él, era de un blanco azulado, como el humo visto a la luz del sol. Sus heridas resplandecían, y se podían ver a través de los agujeros de las manos. Rayos luminosos salían de las puntas de sus dedos. Las almas de los patriarcas se inclinaron ante la Madre de Jesús. El Salvador mostró sus heridas a su Madre, que se posternó para besar sus pies, mas Él la levantó y desapareció. Se veían luces de antorchas a lo lejos cerca del sepulcro, y el horizonte se esclarecía hacia el oriente, encima de Jerusalén.

La Santa Virgen cayó de rodillas y besó el lugar donde había aparecido su Hijo. Debían ser las nueve de la noche. Sus rodillas y sus pies quedaron marcados sobre la piedra. La visión que había tenido la había llenado de un gozo indecible. Y regresó confortada junto a las santas mujeres, a quienes halló ocupadas en preparar ungüentos y perfumes. No les dijo lo que había visto, pero sus fuerzas se habían renovado, consoló a las demás y las fortaleció en su fe
La Santa Virgen se unió a la preparación de los bálsamos que las santas mujeres habían empezado a elaborar en su ausencia. La intención de ellas era ir al sepulcro antes del amanecer del día siguiente, y verter esos perfumes en el Cuerpo de nuestro Señor.

+Las santas mujeres:

Estaban las mujeres cerca de la pequeña puerta de Nicodemus cuando Nuestro Señor resucitó pero no vieron nada de los prodigios que habían acontecido en el sepulcro. Tampoco sabían que habían puesto allí una guardia, porque no habían ido la víspera a causa del sábado. Mientras se acercaban se preguntaban entre sí con inquietud: "¿Quién nos apartará la piedra de la entrada?" Querían echar agua de nardo y aceite aromatizado con flores sobre el Cuerpo de Jesús. Querían ofrecer a Nuestro Señor lo más precioso que pudieran encontrar para honrar su sepultura. La que había llevado más cosas era Salomé, no la madre de Juan, sino una mujer rica de Jerusalén, pariente de san José. Decidieron que, cuando llegaran, dejarían sus perfumes sobre la piedra y esperarían a que alguien pasara para apartarla. Los guardias seguían tendidos en el suelo y las fuertes convulsiones que los sacudían, demostraban cuán grande había sido su terror. 

La piedra estaba corrida hacia la derecha de la entrada, de modo que se podía penetrar en el sepulcro sin dificultad. Los lienzos que habían servido para envolver a Jesús estaban sobre el sepulcro. La gran sábana estaba en su sitio pero sin su Cuerpo. Las vendas habían quedado sobre el borde anterior del sepulcro, las telas con que María Santísima había envuelto la cabeza de su Hijo estaban en donde había reposado esta.

Vi a las santas mujeres acercarse al jardín, pero, cuando vieron las luces y los soldados tendidos alrededor del sepulcro, tuvieron miedo y se alejaron un poco. Pero Magdalena, sin pensar en el peligro, entró precipitadamente en el huerto y Salomé la siguió a cierta distancia. Otras dos, menos osadas se quedaron en la puerta. Magdalena, al acercarse a los guardias, se sintió sobrecogida y esperó a Salomé; las dos juntas pasaron entre los soldados caídos en el suelo y entraron en la gruta del sepulcro. 

Vieron la puerta apartada de la entrada y cuando, llenas de emoción penetraron en el sepulcro, encontraron los lienzos vacíos. El sepulcro resplandecía y un ángel estaba sentado a la derecha sobre la piedra. No sé si Magdalena oyó las palabras del ángel, mas salió perturbada del jardín y corrió rápidamente a la ciudad, donde se hallaban reunidos los discípulos. 

No sé tampoco si el ángel habló a María Salomé, que había quedado en la entrada del sepulcro, pero la vi salir también muy deprisa del jardín, detrás de Magdalena, y reunirse con las otras dos mujeres anunciándoles lo que había sucedido. Se llenaron de sobresalto y de alegría al mismo tiempo, y no se atrevieron a entrar. Casio que había esperado un rato, pensando quizá que podía ver a Jesús, fue a contárselo todo a Pilato.

 Al salir se encontró con las santas mujeres, les contó lo que había visto y las exhortó a que fueran a asegurarse por sus propios ojos. Ellas se animaron y entraron en el huerto. A la entrada del sepulcro vieron a dos ángeles vestidos de blanco. Se asustaron y se cubrieron los ojos con las manos y se postraron en el suelo; pero uno de los ángeles les dijo que no tuvieran miedo y que no buscaran allí al crucificado porque había resucitado y estaba vivo. Les mostró el sudario vacío y les mandó decir a los discípulos lo que habían visto y oído añadiendo que Jesús les predecería en Galilea y que recordaran sus palabras: "El Hijo del hombre será entregado en manos de los pecadores que lo crucificarán pero Él resucitará al tercer día. Entonces los ángeles desaparecieron. 

Las santas mujeres temblando pero llenas de gozo se volvieron hacia la ciudad. Estaban sobrecogidas y emocionadas; no se apresuraban sino que se paraban de vez en cuando para mirar a ver si veían a Nuestro Señor o si volvía Magdalena. Mientras tanto Magdalena había ya llegado al cenáculo, estaba fuera de sí y llamó a la puerta con fuerza. Algunos discípulos estaban todavía acostados. Pedro y Juan le abrieron. Magdalena les dijo desde fuera: "Se han llevado el Cuerpo del Señor y no sabemos a dónde lo han llevado". 

Después de estas palabras se volvió corriendo al huerto. Pedro y Juan entraron alarmados en la casa y dijeron algunas palabras a los otros discípulos. Después la siguieron corriendo; Juan más deprisa que Pedro. Magdalena entró en el jardín y se dirigió al sepulcro. Llegaba trastornada por su dolor y sus carreras, cubierta de rocío con el manto caído y sus hombros descubiertos al igual que sus largos cabellos. Como estaba sola no se atrevió a bajar a la gruta y se detuvo un instante en la entrada. Se arrodilló para mirar adentro del sepulcro y al echar hacia atrás sus cabellos que caían por su cara vio dos ángeles vestidos de blanco sentados a ambos extremos del sepulcro. Oyó la voz de uno de ellos que decía: "Mujer, ¿por qué lloras?" Ella gritó en medio de su dolor, pues no repetía más que una cosa y no tenía más que un pensamiento al saber que el Cuerpo de Jesús no estaba allí: "Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto". 

Después de estas palabras se puso a buscar frenéticamente aquí y allá pareciéndole que iba a encontrar al Salvador, presintiendo confusamente que iba a encontrarlo y que estaba cerca de ella. Ni la aparición de los ángeles podía distraerla de este pensamiento. Parecía que no se diera cuenta de que eran ángeles y no podía pensar más que en su Maestro: "Jesús no está ahí, ¿dónde está Jesús?". La vi moverse de un lado a otro como el que ha perdido la razón.

El cabello le caía sobre amos lados sobre la cara, se lo recogió con las manos echándoselo hacia atrás y entonces, a diez pasos del sepulcro, en el oriente, donde el jardín sube hacia la ciudad vio aparecer una figura vestida de blanco, entre los arbustos a la luz del sepulcro y corriendo hacia él oyó que le dirigía estas palabras:

 "Mujer ¿por qué lloras?" Creyó que era el huertano porque llevaba una azada en la mano y sobre la cabeza un sombrero ancho, que parecía hecho de corteza de árbol. Yo había visto bajo esta forma al jardinero de la parábola de Jesús que contara en Betania a las santas mujeres poco antes de su Pasión. No resplandecía sino que era como un simple hombre vestido de blanco a la luz del crepúsculo. 
Él le preguntó de nuevo: "¿Por qué lloras?" Entonces ella en medio de sus lágrimas respondió: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé a dónde. Si lo has visto dime dónde está y yo iré a por Él." Y volvió a dirigir la vista frenéticamente a su alrededor. Entonces Jesús le dijo con su voz de siempre: "¡Magdalena!" Ella reconociendo su voz y olvidando crucifixión, muerte y sepultura, como si siguiera vivo dijo volviéndose repentinamente hacia Él: "¡Rabí!" postrándose de rodillas ante Él, con sus brazos extendidos hacia los pies del Resucitado. Pero Él la detuvo diciéndole:
 "No me toques, pues aún no he subido hacia mi Padre. Ve a decirles a mis hermanos que subo hacia mi Padre y Vuestro Padre, hacia mi Dios y Vuestro Dios" y desapareció.
Jesús le dijo que no le tocara a causa de la impetuosidad de ella, que pensaba que Él vivía la misma vida que antes. En cuanto a las palabras de "aún no he subido a mi Padre" quería expresar que aún no había dado las gracias al Padre por la obra de la Redención, a quién pertenecen las primicias de la alegría. Pero ella en el ímpetu de su amor, ni siquiera se daba cuenta de las cosas grandes que habían pasado. Lo único que quería era poder besar sus pies como antes.
Después de un momento de perturbación Magdalena corrió al sepulcro, donde seguían los ángeles, que le repitieron las mismas palabras que habían dicho alas otras mujeres, que no buscaran allí al Crucificado porque había resucitado como había predicho. Segura entonces del milagro salió a buscar a las santas mujeres encontrándolas en el camino que conduce al Gólgota.
Toda esta escena no duró más de tres minutos. Eran las dos y media cuando Nuestro Señor se había aparecido a Magdalena y Juan y Pedro llegaban al jardín justo cuando ella acababa de irse. Juan entró el primero deteniéndose a la entrada del sepulcro. Miró por la piedra apartada y vio que estaba vacío. 

Después llegó Pedro y entró en la gruta donde vio los lienzos doblados. Juan le siguió e inmediatamente creyó que había resucitado y ambos comprendieron claramente todas las palabras que les había dicho. Pedro escondió los lienzos bajo su manto y volvieron corriendo. Los ángeles seguían allí pero creo que Pedro no los vio. Juan dijo más tarde a los discípulos de Emaús que había visto desde fuera a un ángel.

En ese momento los guardias revivieron, se levantaron y recogieron sus picas y faroles. Estaban aterrorizados. Yo los vi correr hasta llegar a las puertas de la ciudad. Mientras tanto Magdalena contó a las santas mujeres que había visto a Nuestro Señor y lo que los ángeles le habían dicho; luego se volvió a Jerusalén y las mujeres al jardín creyendo que allí encontrarían a los dos Apóstoles. Cuando ya estaban cerca Jesús se les apareció vestido de blanco y les dijo: "Yo os saludo". Ellas se echaron a sus pies anonadadas. Él les dijo algunas palabras y parecía indicarles algo con la mano. Luego desapareció.

Entonces las santas mujeres corrieron al cenáculo y contaron a los discípulos que quedaran allí, lo que habían visto. Ellos no querían creerlas ni a ellas ni a Magdalena, calificando todo lo que les decían de sueños de mujeres, hasta que volvieron Pedro y Juan. Al regresar estos se habían encontrado también con Tadeo y Santiago el menor, que los habían seguido y estaban muy conmovidos, ya que Nuestro Señor se les había aparecido a ellos también cerca del cenáculo. Yo había visto a Jesús pasar delante de Pedro y de Juan y me pareció que Pedro lo vio porque lo vi sobrecogerse súbitamente. No sé si Juan lo reconoció.

+Los guardias:

Casio fue a ver a Pilato una hora tras la Resurrección cuando aún el Gobernador romano estaba durmiendo. Le contó emocionado cuanto había visto en el huerto. Le relató sobre el temblor de la peña y cómo un ángel había apartado la piedra del sepulcro y que los lienzos quedaran vacíos. Le dijo que Jesús de Nazaret era efectivamente el Mesías, el Hijo de Dios y que, verdaderamente había resucitado. 

Pilato escuchó todo el relato con terror escondido y sin querer demostrarlo dijo a Casio: "Eso son supersticiones, has cometido una necedad acercándote tanto al sepulcro del Galileo, sus dioses se han apoderado de ti y te han hecho ver todas esas visiones fantásticas que ahora me cuentas. Te aconsejo que no digas nada de esto a los sacerdotes, porque ellos podrían perjudicarte". Hizo como si creyera que los discípulos hubieran robado y escondido el Cuerpo de Jesús mientras los guardias se habían dormido borrachos y que contaban esas supercherías para no declarar y reconocer su negligencia. Cuando Pilato hubo dicho todo esto y Casio se fue, él corrió a ofrecer sacrificios a sus dioses.

Los cuatro soldados que habían estado custodiando el sepulcro llegaron a continuación y relataron a Pilato lo mismo que Casio, pero él no queriendo escucharles más, los envió a Caifás. Los demás soldados estaban ya en el templo donde se habían reunido muchos ancianos judíos, ante los que narraban lo que había ocurrido en el huerto del sepulcro. Después de las deliberaciones, los ancianos cogieron a los soldados uno a uno y a fuerza de dinero o amenazas, los fueron convenciendo para que contaran que los discípulos se habían llevado el Cuerpo de Jesús mientras ellos dormían. 

Los soldados dijeron que sus compañeros habían ido a casa de Pilato a contarles lo mismo y que les iban a contradecir, pero los fariseos les prometieron que lo amañarían todo con el gobernador. En esto llegaron los soldados que habían ido a casa de Pilato y se negaron a rectificar lo que le habían contado a este. Se había ido corriendo el rumor de que José de Arimatea se había librado milagrosamente de la prisión. 

Así que cuando los soldados fueron acusados por los fariseos de haberse dejado sobornar por los discípulos de Cristo para dejarles llevarse el Cuerpo y amenazados con fuertes castigos por no presentar el cadáver de Jesús, los soldados dijeron que cómo era que no castigaran también a los que no habían podido custodiar y presentar el de José. Algunos que se mantuvieron firmes en lo que habían dicho y hablaron libremente del juicio inicuo de la antevíspera y del modo en que se había interrumpido la Pascua, fueron enviados a la cárcel. Los demás difundieron el embuste que fue extendido por los saduceos, herodianos y fariseos, esparciéndolo por todas las sinagogas y acompañándolo de injurias contra Jesús.

Sin embargo todas esas calumnias no consiguieron lo que pretendían, porque tras la Resurrección de Jesús, muchos de los judíos de la ley antigua se aparecieron a muchos de sus descendientes que eran capaces de recibir la gracia, exhortándolos a que se convirtiesen. Muchos discípulos dispersados por el país y atemorizados, vieron también apariciones semejantes que los consolaron y afirmaron en la Fe.

La aparición de los muertos que salieron de sus sepulcros no tenían el aspecto de Jesús Resucitado, renovado y con su Cuerpo glorificado, no sujeto a la muerte, con el que subió al cielo ante sus discípulos; sino que esos cuerpos que habían salido del sepulcro para dar testimonio de Cristo, eran simples cadáveres, prestados como vestiduras a las almas que los habían habitado, para luego volver a dejarlos nuevamente en la tierra, hasta que resuciten como todos nosotros el día del Juicio Final. Ninguno resucitó como Lázaro, que realmente volvió a la vida y luego murió por segunda vez.

+Final de las visiones de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús:

El domingo siguiente, si mal no recuerdo, vi a los judíos lavar y purificar el Templo ofreciendo sacrificios expiatorios, escondiendo las señales del terremoto con tablas y alfombras y continuaron las celebraciones de la Pascua que se habían interrumpido. Dijeron que no se habían podido terminar aquel mismo día por la presencia de impuros al Templo y aplicaron no sé de qué modo, una visión de Ezequiel sobre la resurrección de los muertos. Amenazaron con graves castigos a los que murmuraran o hablaran; sin embargo no calmaron sino a la parte del pueblo más ignorante e inmoral. Los mejores se convirtieron primero en secreto y después de Pentecostés, abiertamente.

El Sumo Sacerdote y sus acólitos perdieron una gran parte de su osadía al ver que la doctrina de Jesús se propagaba tan rápidamente. En el tiempo del diaconado de San Esteban, Ofel y la parte oriental del Sión no podían contener la comunidad cristiana y fueron ocupando el espacio que se extiende desde la ciudad hasta Betania.
Vi a Anás como poseído por el demonio y al final fue confinado para no volver a ser visto nunca más públicamente. La locura de Caifás era menos evidente exteriormente, en cambio era tal la violencia de la rabia secreta que lo devoraba, que acabó perturbado en su raciocinio.

El jueves después de la Pascua, vi a Pilato hacer buscar a su mujer inútilmente por la ciudad. Estaba escondida en casa de Lázaro, en Jerusalén. No podían adivinarlo, pues ninguna mujer habitaba en aquella casa. Esteban, que era primo de San Pablo, le llevaba comida y le contaba lo que sucedía en la ciudad. También vi a Simón el Cirineo el día después de la Pascua; fue a ver a los Apóstoles y les pidió ser instruido y bautizado por ellos. Casio dejó la milicia y se juntó con los discípulos. Fue uno de los primeros que recibieron el bautismo, después de Pentecostés, junto con otros soldados convertidos al pie de la Cruz.

+++ Bendiciones