Mi carne es verdadera Comida y mi Sangre es Verdadera Bebida ( Jn 6,55)
He aquí el cuerpo de Cristo, Sacramento de la Salvación de los hombres y de la Gloria de Dios
En el cuerpo de Cristo<< todo Subsiste >>. Dios tuvo a bien hacer y residir en El toda Plenitud (Col 1,19). En el cuerpo de cristo Verdadero Dios y verdadero Hombre, se derrama el amor del padre sobre todos los hombres; en El todo ser es amado de modo único. En Jesucristo, está la vida de todas las criaturas, El Es nuestra Vida y nuestra Resurrección.
Es en la Comunión con el cuerpo de cristo que somos salvados. Toda duda de esta comunión es aclarada a la luz del evangelio de Juan ante la incredulidad de los discípulos frente a las mismas palabras dichas por nuestro Señor Jesús :<< Mi carne es verdadera Comida y mi Sangre es Verdadera Bebida, el que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en el >> ( Jn 6.55,56). Muchos de los que le” seguían” al oírle lo dejaron y dijeron: << es duro este lenguaje de entender ¿quién puede escucharlo?>>. Es evidente que por su falta de fe, Jesús los exhorta y les advierte por ultimo a sus discípulos << ¿Vosotros también queréis marcharos?. Pedro confiesa delante del Señor cuando todos los discípulos son interpelados por sus palabras y humildemente realiza esta confesión de Fe, que hoy deberíamos profesar y promulgar ¿A quién iremos Señor?; solo Tú tienes palabras de vida eterna (Cf Jn 6,68).
Hoy estas palabras de Jesús se cumplen ante el drama que divide y separa a todos aquellos que no creen en la presencia Real de su Cuerpo, su Sangre, su Alma y divinidad como fuente y culmen de la Vida cristiana, en el Sacramento de la Eucaristía.
Es en el cuerpo de Jesucristo Resucitado y glorificado que todo es restaurado y todos los hombres somos reconciliados<<su cuerpo ha dado muerte al odio>>(Ef.2,14).Es por su cruz, su resurrección y ascensión a los cielos que Jesús se ha hecho sacramento de comunión y salvación; así en el Cielo como en la Tierra. No hay más que un solo cuerpo de comunión donde confluyen, el Don y la acogida, que es la obra y gracia del Espíritu Santo; que se derrama sobre nuestra condición mortal y nos hace participes de la unión sin confusión del amor del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Llamados por Jesús y salvados por pura gracia, nuestro cuerpo de Barro es conformado con su cuerpo de Gloria (Flp 3,21).
Al recibir el augusto Sacramento de la Eucaristía, emana de nuestros corazones la Luz pura santa e indivisible de la Santísima trinidad; que es la misma pasión del Padre por el Hijo y el amor del Espíritu Santo, que abre los ojos de nuestra Fe y son iluminadas las tinieblas de nuestro Corazón por el resplandor y comunión con el Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo.
En la comunión con el Cuerpo de Cristo, con su Alma, Sangre y divinidad es purificada nuestra mirada con una Luz silenciosa que nos hace pasar de nuestras visiones carnales, al conocimiento puro de la fe. El espíritu Santo nos hace participes de esta Luz vivificante que alcanza nuestras tinieblas en los baluartes de nuestra condición mortal.
Hermanos, hemos recibido << El poder para llegar a ser Hijos de Dios>> (Jn 1,12), por pura gracia se nos ha concedido creer en su Nombre y en sus Palabras. En la Consumación y final de los tiempos, Jesús ha Vencido al mundo y el mundo y los hombres no le reconocieron. Él está en medio de nosotros, en la realidad de su cuerpo humilde, escondido en las apariencias del Pan y del Vino como alguien a quien no le conocemos (Jn 1, 9; 1, 26).
¿Dónde está Vuestra fe?; les recriminaba Jesús a sus discípulos y hoy también nos hace la misma pregunta, somos hombres de poca fe, ¿por qué quedan sobrecogidos y dudan nuestros sentidos al contemplar el Misterio del Pan vivo bajado del Cielo?*
+La Fe y las apariencias:
Aquel que está escondido en todos los Sagrarios del mundo, en las apariencias de la materia. Memorial de Dios hecho Hombre, en medio de los hombres; la verdad es, que nada puede pasar de Dios al hombre, ni del hombre a Dios si no atraves de su cuerpo; por esta comunión con El, y por el cuerpo de Cristo, es que nos hacemos adoradores del Padre en Espíritu y en Verdad. Por lo tanto, al adorar y contemplar este Misterio se nos revela en la medida y luz de nuestra fe.
Solo el camino de la conversión nos abre el camino de la adoración. Es el Espíritu Santo el que nos Revela al Señor y solo por esta gracia es iluminada nuestra razón y nuestro corazón; conforme a la promesa de Jesús que el Espíritu Santo es quien nos da el auxilio eficaz : <<Él os introducirá en toda Verdad y os hará comprender todo cuanto Yo os hubiere dicho>> ( Jn 16, 13; 14,26).
Ya decía el profeta (Isaías 53, 1; 6, 8,10): << ¿Quién creyó en nuestra noticia? , ¿A quién le fue revelado? "Y oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros? Y respondí Aquí estoy yo, mándame a mí. Él me dijo: Vete y dile a este pueblo, Escuchad bien, pero sin comprender; mirad, pero sin ver. Embota el corazón de este pueblo, endurece su oído, ciega sus ojos, de suerte que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni entienda con su corazón, ni se convierta, ni se cure.">>.
Hay quienes oyen, pero no reciben y no aceptan las palabras de Dios en su corazón y se apartan de la verdad; ante esta actitud, es necesario anteponer la Fe para comprender y “Ver” el Milagro y prodigio más grande que se revela ante la mirada del creyente, que inflama su corazón. Es en la comunión con el cuerpo de Jesucristo que somos Sanados y Salvados.
Lo esencial es invisible a nuestros ojos :
En un fenómeno natural como el movimiento y orbita de la tierra sobre el sol ,se percibe que es este el que se mueve, cuando en realidad es la tierra la que rota y gira en torno al Sol. Podemos preguntarnos y entonces ¿Cómo nos engañan los sentidos?. En Realidad los sentidos no nos engañan, ellos captan lo que existe en realidad. El engaño y/o falsedad esta en las deducciones que los “Sentidos” hagan de la información procesada por la Razón.
Podríamos dudar tambien desde el punto de la materia y la Forma Eucaristica percibida por nuestros sentidos ¿cómo podríamos distinguir entre una Hostia consagrada entre varias que no lo están? .O a su vez, a simple vista. ¿Quién puede distinguir entre una pieza de hierro imantada y la otra no?
La Fe en las palabras de Jesús, es la certeza que nos levanta por encima de la Razón. ¿Quién veía la Divinidad de Jesús tras las apariencias exteriores como un hombre más entre los hombres?; a quien sus contemporáneos observaban y decían afirmaciones tales como: ¿no es Este el hijo del carpintero? ; ¿Quién es Este que hasta el mar y el viento le obedecen?
Santo Tomas de Aquino en la Suma Teológica III q 77 a 8c, nos ilustra y aclara :
“Visus gustus, tactus in te fallitur; sed auditi solo tuto creditur .” Es decir : [ “ La vista, el gusto, el tacto en ti te engañan; se cree con seguridad tan solo por el oído”].
Es Verdad que los Milagros son obras sensibles; cuando el Señor decía al paralitico que le presentaban en un camilla “Hijo tus pecados te son perdonados “(Mc 2,5), sus palabras obraban la maravilla de purificar el Alma del pecado. Sin embargo, el prodigio del perdón de los pecados que se había realizado ; los sentidos no lo captaban , pero el milagro no dejaba de ser real , lo que vieron, fue cuando el enfermo que yacía en la camilla se levantó y tomo su camilla y salió delante de todos ( Mc 2,12).
Este fue ciertamente un hecho sensible en que se ocurrió el Milagro para las dos obras – la del perdón de los pecados y la curación de su cuerpo-, obras ambas maravillosas y reales que daban testimonio de Poder y las Palabras de Jesucristo; ¿entonces seria cristiano rechazar la primera obra del perdón que no “se puede ver externamente” y aceptar solo la segunda obra que se ve con los sentidos corporales?
Podríamos deducir que a la Luz de este evangelio que:
+cuando aceptamos el testimonio de los sentidos, somos enseñados por los sentidos, +cuando nos guiamos por el razonamiento, somos adoctrinados por la Razón, +cuando aceptamos las palabras y el testimonio de Dios; entonces es la fe la que nos guía y somos adoctrinados por Dios; tal como Jesús lo prometió en Cafarnaúm: << Esta escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al padre y aprende, viene a mí. >> (Jn 6,45). Por lo tanto es evidente que en la escucha de la Palabra de Dios es iluminado nuestro entendiminento y es recibido el Don de la fe.
El Señor Jesucristo Vivo y resucitado: << Cuando se revela se esconde y cuando se esconde se revela >>. En verdad esta afirmación se cumple cuando Jesucristo se les apareció a los discípulos camino de Emaús (Luc 24.13,35). El Señor resucitado se les revela como un peregrino en el camino, pero no le reconocieron, pues sus ojos estaban incapacitados para reconocerlo. Durante el camino el Señor les explicaba las Escrituras; "oian pero no comprendían"; al final del camino al caer la tarde cuando estos le rogaron que los acompañara, solo en este momento al partir el Pan, Jesucristo “<< se deja ver >>” y le reconocieron, Fueron tardos y necios en entender las palabras de Jesus y lo que estaba escrito por Moisés y los Profetas y que había de cumplirse.
Así mismo somos nosotros, como los discípulos de Emaús: Necios, tardos e insensatos de corazón para entender el Misterio de la Eucaristía. Al ser instruidos y habitados por la palabra de Dios arden nuestros corazones; porque sus palabras iluminan nuestro entendimiento, para poder Adorarlo y contemplarlo oculto y escondido en las especies humildes del pan y del Vino.
El Misterio de la Eucaristia es la sabiduría de Dios desplegada a su Iglesia es en verdad << la Insondable riqueza de cristo para esclarecer como lo ha dispensado; el Misterio escondido desde los siglos en Dios creador del universo; para que la sabiduría de Dios se manifieste a los principados y a las potestades en los cielos, mediante su Iglesia>> (Ef. 3, 8,10).
La comunión con el cuerpo de Jesucristo, Vivo y Resucitado, es acción de gracias, en aquel cuyo poder actúa en nosotros y es capaz de transformar nuestros corazones mucho más, de lo que podemos ver, pedir o concebir; a Él la Gloria en la iglesia y en cristo Jesús por todas las generaciones y todos los tiempos, Amen. (Ef 3. 20,21).
+++Bendiciones