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miércoles, 28 de noviembre de 2018

EL Verdadero Sentido del Sufrimiento


Si aceptamos de Dios el bien, ¿no aceptaremos el mal? (Job 2, 10).

“Quaerebam unde malum et non erat exitus" ("Buscaba el Origen del mal y no encontraba solución") dice San Agustín (Confesiones. 7,7.11).
San Agustín en su propia búsqueda dolorosa sólo encontró la salida en su conversión al Dios vivo y verdadero. Porque "el misterio de la iniquidad" (2Ts 2:7) sólo se esclarece a la luz del "misterio de la piedad" (1Ti 3:16). 

A la luz de las Sagradas Escrituras y el tesoro guardado por el Magisterio y la Doctrina de la iglesia católica; trataremos de profundizar cuál es el verdadero sentido del sufrimiento del mal moral y físico de la Humanidad a través de los tiempos. Dios es infinitamente bueno y todas sus obras son buenas. Sin embargo, nadie escapa a la experiencia del sufrimiento, de los males en la naturaleza que aparecen como ligados a los límites propios de las criaturas, y sobre todo a la cuestión del mal moral y físico. Entonces ¿de dónde viene el mal?

Para comprender este misterio, debemos recordar que, como consecuencia del pecado original, la naturaleza humana quedó debilitada en sus fuerzas, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al dominio de la muerte, e inclinada al pecado (inclinación llamada "concupiscencia"). En efecto, el bautismo, dando la vida a la gracia de Cristo, borra el pecado original y devuelve el hombre a Dios, pero las consecuencias para la naturaleza, debilitada e inclinada al mal, persisten en el hombre y lo llaman al combate espiritual.

El hombre del Antiguo Testamento, vive la enfermedad de cara a Dios. Ante Dios se lamenta, por su enfermedad (cf. Sal 38) y de él, que es el Señor de la vida y de la muerte, implora la curación (cf. Sal_6:3; Is 38). 

La enfermedad se convierte en camino de conversión (cf Sal_38:5; Sal_39:9.12) y el perdón de Dios inaugura la curación (cf Sal_32:5; Sal_107:20; Mar 2:5-12). Israel experimenta que la enfermedad, de una manera misteriosa, se vincula al pecado y al mal; y  la fidelidad a Dios, según su Ley, devuelve la vida: "Yo, el Señor, soy el que te sana" (Éxo15:26).

El profeta Isaías comprende que el sufrimiento puede tener también un sentido redentor por los pecados de los demás (cf Isa_53:11). Finalmente, Isaías anuncia que Dios hará venir un tiempo para Sion en que perdonará toda falta y curará toda enfermedad (cf Isa_33:24).

Sin embargo, "caminamos en la fe y no en la visión" (2Co_5:7), y conocemos a Dios "como en un espejo, de una manera confusa, e imperfecta" (1Co_13:12). Nuestra fe es vivida con frecuencia en la oscuridad y la fe puede ser puesta a prueba. El mundo en que vivimos parece con frecuencia muy lejos de lo que la fe nos asegura; las experiencias del mal y del sufrimiento, de las injusticias y de la muerte parecen contradecir la buena nueva, pueden estremecer la fe y llegar a ser para ella una tentación.

Volvernos y seguir el camino hacia los testigos de la fe: como nuestro Padre Abraham, que creyó, "esperando contra toda esperanza" (Rom_4:18); la Virgen María que, en "la peregrinación de la fe", llegó hasta la "noche de la fe", participando en el sufrimiento de su Hijo y en la noche de su sepulcro; y en tantos otros testigos de la fe: también nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con Fortaleza a la prueba que se nos propone, fijos los ojos en Jesús, quien es el que inicia y consuma la fe" (Heb_12:1-2).

La enfermedad y el sufrimiento se han contado siempre entre los problemas más graves que aquejan la vida humana. En la enfermedad, el hombre experimenta su impotencia, sus límites y su finitud. Toda enfermedad puede enseñarnos a comprender la muerte.

Nuestro Papa Emérito Benedicto XVI, En su Mensaje urbi et orbi, 8 de abril de 2007. Hoy nos exhorta: << Sólo un Dios que nos ama hasta cargar con nuestras heridas y nuestro dolor, sobre todo el dolor inocente, es digno de fe.>>

El dolor, el mal, las injusticias, la muerte, especialmente cuando afectan a los inocentes —por ejemplo, los niños víctimas de la guerra y del terrorismo, de las enfermedades y del hambre—, ¿no someten quizás nuestra fe a dura prueba? No obstante, justo en estos casos, la incredulidad de Santo Tomás apóstol nos resulta paradójicamente útil y preciosa, porque nos ayuda a purificar toda concepción falsa de Dios y nos lleva a descubrir su rostro auténtico: el rostro de un Dios que, en Cristo, ha cargado con las llagas de la humanidad herida.

Tomás ha recibido del Señor y, a su vez, ha transmitido a la Iglesia el don de una fe probada por la pasión y muerte de Jesús, y confirmada por el encuentro con el resucitado. Una fe que estaba casi muerta y ha renacido gracias al contacto con las llagas de Cristo, con las heridas que el Resucitado no ha escondido, sino que ha mostrado y sigue indicándonos en las penas y los sufrimientos de cada ser humano. […] Estas llagas que Cristo ha contraído por nuestro amor nos ayudan a entender quién es Dios y a repetir también: “Señor mío y Dios mío”.

Igualmente, para el presente Estudio y reflexión en cuestión, San Juan Pablo II. Magistralmente enseña:
<<Los inocentes encuentran consuelo en la cruz de Cristo Desde que Cristo escogió la cruz y murió en el Gólgota>>, todos los que sufren, particularmente los que sufren sin culpa, pueden encontrarse con el rostro del “Santo que sufre”, y hallar en su pasión la verdad total sobre el sufrimiento, su sentido pleno, su importancia. A la luz de esta verdad, todos los que sufren pueden sentirse llamados a participar en la obra de la redención realizada por medio de la cruz.

Participar en la cruz de Cristo quiere decir creer en la potencia salvífica del sacrificio que todo creyente puede ofrecer junto al Redentor. Entonces el sufrimiento se libera de la sombra del absurdo, que parece recubrirlo, y adquiere una dimensión profunda (Juan Pablo II. Audiencia general, n. 6-7, 9 de noviembre de 1988).

<<Podemos tratar de limitar el sufrimiento, luchar contra él, pero no podemos suprimirlo>>: Benedicto XVI. afirma en su (Encíclica Spe salvi, n. 26, 30 de noviembre de 2007). El sufrimiento forma parte de la existencia humana. Es cierto que debemos hacer todo lo posible para superar el sufrimiento, pero extirparlo del mundo por completo no está en nuestras manos, simplemente porque no podemos desprendernos de nuestra limitación, y porque ninguno de nosotros es capaz de eliminar el poder del mal, de la culpa, que —lo vemos— es una fuente continua de sufrimiento. Esto sólo podría hacerlo Dios: y sólo un Dios que, haciéndose hombre, entrase personalmente en la historia y sufriese en ella. 

Nosotros sabemos que Dios existe y que, por tanto, su Hijo, el cordero de Dios, es el que “quita el pecado del mundo” (Jn 1, 29). Está presente en el mundo y es el único capaz de vencer el mal. Las llagas de Cristo nos hacen ver los males con esperanza, los enfermos y personas que sufren, a través de las llagas de Cristo es como nosotros podemos ver, con ojos de esperanza, todos los males que afligen a la humanidad. Al resucitar, el Señor no eliminó el sufrimiento ni el mal del mundo, sino que los venció de raíz. […] San Bernardo afirma: “Dios no puede padecer, pero puede compadecer”. Dios, es la Verdad y el Amor en persona, quiso sufrir por nosotros y con nosotros; se hizo hombre para poder compadecer con el hombre, de modo real, en carne y sangre.

+ ¿No es pues lógico aceptar los sufrimientos? :
<<Si aceptamos de Dios el bien, ¿no aceptaremos el mal? (Job 2, 10)>>. Tomar la cruz es obligación de quien quiere seguir a Jesús: <<Si alguno quiere venir en los de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. (Mc 8, 34.).

San Pedro en su primera Carta dice: <<los sufrimientos de Cristo son fuente de alegría, no os extrañéis del fuego que ha prendido en medio de vosotros para probaros, como si os sucediera algo extraño, sino alegraos en la medida en que participáis en los sufrimientos de Cristo, para que también os alegréis alborozados en la revelación de su gloria>>. (1 Pd 4, 12-13).

San Pablo también lo confirma en la Carta a los Romanos: <<la gloria futura compensará todo dolor Estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros>>. (Rm 8, 18).



La redención realizada por Cristo al precio de la pasión y muerte de cruz es un acontecimiento decisivo y determinante en la historia de la humanidad, no sólo porque cumple el supremo designio divino de justicia y misericordia, sino también porque revela a la conciencia del hombre un nuevo significado del sufrimiento […].

La cruz de Cristo ―la pasión― arroja una luz completamente nueva sobre este problema, dando otro sentido al sufrimiento humano en general. […] Todo sufrimiento humano, unido al de Cristo, completa “lo que falta a las tribulaciones de Cristo en la persona que sufre, en favor de su Cuerpo” (cf. Col 1, 24): el Cuerpo es la Iglesia como comunidad salvífica universal. (Juan Pablo II. Audiencia general, n. 1-2, 9 de noviembre de 1988).

+ Una Respuesta personal del hombre a Dios en el Sufrimiento:

A medida que el hombre toma su cruz, uniéndose espiritualmente a la cruz de Cristo, se revela ante él el sentido salvífico del sufrimiento. 

San Juan Pablo II. En su carta apostólica (Salvifici doloris); nos confirma en el verdadero Sentido del Sufrimiento como doctrina Segura e ilumina la oscuridad en que vivimos; los padecimientos y sufrimientos en este mundo. Reflexionemos algunos apartes de su Carta en mención:

<<El hombre no descubre este sentido a nivel humano, sino a nivel del sufrimiento de Cristo. Pero al mismo tiempo, de este nivel de Cristo aquel sentido salvífico del sufrimiento desciende al nivel humano y se hace, en cierto modo, su respuesta personal. Entonces el hombre encuentra en su sufrimiento la paz interior e incluso la alegría espiritual. (Juan Pablo II. Carta Apostólica Salvifici doloris, n. 26, 11 de febrero de 1984).>>.

De la Patrística como Fuente inagotable de Sabiduría que viene de Dios; San Juan Crisóstomo nos ilustra, que en el Sufrimiento encontramos el verdadero remedio contra el orgullo, fuerza de Dios en los hombres débiles. El sufrimiento en la vida presente es un remedio contra el orgullo y contra la vanagloria y la ambición. Gracias a el sufrimiento resplandece la fuerza de Dios en hombres débiles, que sin la gracia de Dios no podrían soportar sus aflicciones. Por él se manifiesta la paciencia de los justos perseguidos. Por él se ve impulsado el justo a desear la vida eterna. (San Juan Crisóstomo. Consolaciones ad Stagir, L. III, citado por Réginald Garrigou-Lagrange, La vida eterna y la profundidad del alma, cap. VI).

+No hay santidad sin cruz: Como Doctrina Segura en el Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2015). Agrega una enseñanza Solida en cuestión: El camino de la perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual (cf. 2 Tm 4). El progreso espiritual implica la ascesis y la mortificación que conducen gradualmente a vivir en la paz y el gozo de las bienaventuranzas. 

Hermanos en cristo. La Cruz es el único sacrificio de Cristo "único mediador entre Dios y los hombres" (1Ti_2:5). Pero, porque en su Persona divina encarnada, "se ha unido en cierto modo con todo hombre él "ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de Dios sólo conocida, se asocien a este misterio pascual"(Gaudium Spes 22, 2,5). 

Jesús llama a sus discípulos a "tomar su cruz y a seguirle" ( Mat 16:24) porque él "sufrió por nosotros dejándonos ejemplo para que sigamos sus huellas"(1P 2, 21). Él quiere en efecto asociar a su sacrificio redentor a aquéllos mismos que son sus primeros beneficiarios (cf. Mar_10:39; Jua_21:18-19). Eso lo realiza en forma excelsa en su Madre, asociada más íntimamente que nadie al misterio de su sufrimiento redentor (cf. Luc2:35).

Fuera de la Cruz no hay otra escala por donde subir al cielo (Sta. Rosa de Lima).



+++ Bendiciones.


lunes, 19 de noviembre de 2018

Sanación Interior del Pecado Capital de La Pereza


El significado en latín del pecado capital de la Pereza: (acedia, accidia), es la negligencia, tedio o descuido en realizar las cosas a la que estamos obligados, repugnancia al trabajo, descuido tardanza en las acciones y movimientos. 

La religión cristiana, clasifica la pereza como un vicio capital ya que genera otros pecados, si bien antiguamente se la denominaba acedía o acidia, concepto más amplio que tenía que ver con la tristeza por el bien perdido o desgano por obrar el bien.

+La pereza está referido a la incapacidad de aceptar y hacerse cargo de la existencia de uno mismo. en la práctica de las virtudes cristianas, la observación de los preceptos divinos, de los deberes de cada uno, los ejercicios de piedad y de oración. 

+Concebir pues tristeza por tales cosas, abrigar voluntariamente, en el corazón, desgano, aversión y disgusto por ellas, es pecado capital. 

+Tomada en sentido estricto es pecado mortal en cuanto se opone directamente a la caridad que nos debemos a nosotros mismos y al amor que debemos a Dios. 

De esta manera, si deliberadamente y con pleno consentimiento de la voluntad, nos entristecemos o sentimos desgano de las cosas a las que estamos obligados a hacer; por ejemplo, la oración .al perdón de las injurias, a la privación de los placeres carnales, entre otras; la acedia es pecado grave porque se opone directamente a la caridad de Dios y de nosotros mismos. 

+A La Pereza la llaman el Demonio de la acedia. “La Pereza es la madre de todos los vicios “ 

La Pereza, es un veneno que paraliza todo impulso del Alma en la búsqueda de Dios de manera insensible es un sopor espiritual, este sopor invadió a los discípulos en el Huerto de los olivos. 

San Juan Clímaco: Escribió doctrina segura sobre la pereza y afirma: 

+Es la relajación del espíritu, vagancia del pensamiento, negligencia de la Accesis, odio a la profesión Monástica buscando las alabanzas del mundo. calumnia contra Dios al que acusa de ser duro y sin amor por los hombres, porque no hace lo que Dios le pide., No hace la oración de la liturgia, para Salmodiar esta siempre sin Fuerza, solo para el trabajo manual es infatigable, su corazón se pone duro como el hierro no es fraterno y le molesta la obediencia. La pereza no lo deja hacer lo que tiene que hacer, realiza primero trabajo liviano hace “muchas cosas “, pero el trabajo duro lo pospone y lo aplaza siempre. 

Benedicto xvi, siendo Cardenal y Prefecto para la doctrina de la fe escribe sobre la Pereza: 

El hombre de hoy no cree en la inmensidad y vocación de ser hijo de Dios, no cree que dios se ocupa de él, que lo conoce y que lo ama. Que lo mira y que está a su lado. El hombre contemporáneo padece de una pereza antropológica profunda. La acedia ha inoculado en su corazón una especie de odio hacia su propia grandeza que le lleva a pensar que él está demás en este mundo y que el favor más grande que le podría hacer al universo seria desaparecer. 

El flagelo del Suicidio de Ancianos y de Jóvenes. En Armenia/Quindio; la ciudad donde resido actualmente ocupa hoy uno de los primeros lugares. La acedia produce desesperación y una cultura de Muerte pandillas o tribus urbanas: (Satanismo, Emos, Góticos, darketos, punketos, Neo nazis) Etc. El hombre contemporáneo no se reconoce como hijo de Dios, la pereza desvirtúa al hombre con la realidad de las cosas y sus propias opciones personales. En el fondo Se repliega así mismo, toda su atención esta sobre sí mismo dejando a un lado las cosas, personas que se esfuman en su conciencia y pensamientos como meros pretextos relativos. 

“El perezoso se la pasa mirándose el ombligo”, afirma con mucha certeza, Ivan Gutiérrez en su libro Por que le pasan cosas Malas a la gente Buena afirma:“El que esta Desocupado el Diablo le pone oficio”. El perezoso en relaidad no asume compromisos de Servicio y se justifica así mismo, debido a variadas enfermedades que padece o a su “estado de ánimo” para no obrar el bien. Los frutos de su pereza son el aburrimiento, ansiedad y tristeza. 

La queja y el desamino es su modo de expresarse y de actuar, entonces esto lo empuja a un deseo desordenado de buscar otras cosas y ocuparse en miles de cosas sin satisfacción alguna recordando el pasado y vive de añoranzas. En el libro del Éxodo hay un ejemplo claro de esto (Mana –codornices –Agua); Protestas y quejas en: Meriba y en Masa a, aunque habían vistos mis obras. Añoraban las cebollas y Egipto. 

En Latín( Evagación Mentís) significa Fantasía - vagancia de recuerdos en la mente. El perezoso nunca está satisfecho siempre está buscando el cambio “nuevas cosas “o lugares. Si cambio de casa, si cambio de trabajo, si cambio de esposa, si cambio de ministerio, si cambio mi comunidad. Lo que tiene que cambiar es su corazón y de Actitud. 

Hermanos, el libro de los proverbios nos enseña: Para el desgraciado todos los Días son malos, el corazón contento tiene festín perpetuo. (Pro 15,15). San Pablo también lo confirma (Rom 14,17); El reino de Dios no es comida ni bebida, si no de Gozo y alegría en el espíritu. 

Para Santo Tomas de Aquino; La pereza o acedia es la tristeza o pérdida del bien divino por que El fruto de la pereza es el desarraigo la insatisfacción el divorcio la división la falta de fidelidad y compromiso y el amor a los bienes y gracias dados por Dios. 

La Ausencia de Dios y de su presencia produce un sopor espiritual y falta de gusto por la oración. <<Gustad y ved que bueno es el Señor Dichoso el que se acoge a él >> Examínate, Si la serpiente de la pereza asecha tu Alma es porque en tu vida si te inclinas rechazar la oración por las siguientes razones: 

+Al perezoso la Oración no le dice Nada. +La eucaristía no te Dice nada. +El grupo de oración no te sirve para nada +La visita al Santísimo no te dice nada. 

La pereza es un Narcótico que adormece el Alma y al final estas Seco y muerto. El Señor exhorta al perezoso (Apoca 3,1)  y dice : << Te conozco tienes nombre como de quien vive, pero estas muerto>>. 

 El perezoso es presa de sus estados de Ánimo y de acuerdo a la naturaleza cambiante en su forma de Ser todo lo ve de la siguiente manera y nada le satisface: 

En Primavera: Flores Juventud- alegría sin fruto alguno. 

En Invierno: Frio -lluvia, todo lo ve gris Soledad. 

En Otoño: Desolación- tristeza. 

En Verano: Sopor - desesperación, calor  y los Frutos no se toma el trabajo de cosecharlos. 

+La acedia es el disgusto por la acción (latín, Tedium operandi): Tedio por la Acción y el obrar por hacer, por actuar. 

El perezoso también puede ser hiperactivo hace muchas cosas, pero no hace lo que se debe hacer, lo importante lo esencial, está Ciego espiritualmente hablando, por que busca su propia comodidad y confort a causa de la distracción y dispersión de la mente y el Alma. Nuestro padre Abraham obedeció y Salió de su tienda y se puso de Camino Yhave le dice: <<Abraham sal de tu tienda, de la tierra de Ur de los Caldeos <<. Abraham obedeció sin ver la Tierra prometida. El peresozo no  cree no espera y pierde por ultimo su fe por que .<< Lo esencial es invisible a sus ojos>>.

El hombre que esta poseído por la pereza está dispuesto a hacer muchos cambios esto lo lleva a una dispersión e insatisfacción y busca siempre la diversión de muchos placeres: Comida- Bebida-Juego- adulterio. Etc… Sin embargo luego entra en aburrimiento y melancolía. 

El perezoso se niega afrontar la realidad de su vida interior y Exterior. Que lo introduce en una angustia Existencial,Jean Paul Sartre y la filosofía del Nadaísmo experimenta: la Náusea en su Existencialismo de lo absurdo; Dios No Existe, en el sin Sentido de su vida. Dejar vivir <<dejar vivir,dejar  pasar ,Hagamos el Amor y no la Guerra. >>. Frases que repetían los jóvenes en los años setenta en la  "moda", de un naturalismo vacio y falsa espiritualidad.

Consejos y Remedios de los padres del Desierto contra la Pereza: 

1- Permanece en tu propia Celda, no cambies tu estado de Vida. (Laico. Sacerdote, religiosa –Casado-Soltero). significa la morada de tu propio cuerpo y el conocimiento de sí mismo y tu realidad 

Hermanos hay que aprender a florecer y dar fruto donde hemos sido Sembrados y no protestar por la parcela de terreno donde nos plantó Dios. > Seneca el Filósofo dijo: <<No hay que cambiar de lugar, hay que cambiar el corazón, cambiar tu Alma>>.

Permanece fiel a tus compromisos y vocación a la que te llamo Dios: Matrimonio, Sacerdocio, Vida Religiosa, Viudez, Consagración. (Lo recomienda San Pablo.). Permanece en tu Tienda,tu “tribu” en tu comunidad. Donde naciste y el Señor te prometió o te envió. 

+El perezoso no persevera; Jesús dijo: el que persevere hasta el fin se Salvara. - entonces digamos: <<Aquí estoy señor para ser tu voluntad – habla señor que tu Siervo escucha. Hay que insistir y persistir. Los padres del Desierto llamaban al demonio del Medio Día o el de la mitad de la vida porque nos ataca a la mitad del Camino. 

2-Consejo o remedio para combatir la pereza: Vivir el momento Santo presente sin refugiarse en el pasado o en el Futuro. 

El que ara y mira para atrás no sirve para el Reino de Dios. Es  el llamado de Dios a través del profeta Elías A Eliseo. La mujer de Lot que Miro para atrás en la destrucción de Sodoma y Gomorra fue convertida en una estatua de Sal. 

Hacer lo esencial es  orar y adorar a Dios, pero esto cuesta, me humilla, me hace pequeño la oración me hace ver el conflicto interior, me prueba y hace reconocer nuestro propio pecado. 

Macario el Grande escribe: El Monje es sometido a diversas Pruebas y fatigas una tras otra y llevado hasta el extremo. ¿Por qué se pregunta así mismo? porque Dios quiere enseñarle que en las luchas y fatigas lo hace firme y fuerte en medio de Su Debilidad. Entonces lo hace humilde y arrepentido de sus propios pecados y un corazón contrito y humillado Dios no lo desprecia. 

La humildad es el remedio más radical de combate contra la Acedia, el hombre humilde, no excusa ningún error de sus pecados, se sabe pecador y débil aparta los ojos de su Miseria para contemplar la Misericordia de Dios. 

El hombre humilde ha alcanzado una paz profunda por que ha sido transformado todo su ser por pura gracia, es otro hombre, ha bajado al abismo profundo del pecado y ha sido sumergido en el abismo profundo de la misericordia. Sus manos están vacías no se fía de sus seguridades, reconoce su pequeñez y miseria y solo se abandona en los brazos de Dios a su providencia y omnipotencia, se considera un pobre pecador, no tiene un proyecto de Santidad porque está unido al amor y misericordia de Dios. La vida y obra de todos los de Santos es la que debemos seguir meditemos algunos de sus palabras para vencer la pereza y repitamos estas Jaculatorias con insistencia (Santa Madre Laura): Señor destrúyeme y sobre mis ruinas haz un Monumento para tu Gloria(San Francisco de Asís). << Mi Dios y mi todo >>. 

La oración del hombre humilde, es la del Publicano que sea convertido; en la respiración de su Alma y la oración incesante de su Corazón exclama:

<<Señor Jesucristo, ten piedad de Mi >>


+++ Bendiciones 

domingo, 4 de noviembre de 2018

Sanación interior del Pecado Capital de La Envidia


 +Sacrificio de Caín y Abel+
Sine sanguinis fusione non fit remissio
(Sin derramamiento de sangre no hay remisión).

El pecado de la envidia es el más oculto por que produce vergüenza y se manifiesta con tristeza al ver el reconocimiento del otro, del hermano. La envidia se manifiesta con la rabia o ira por el triunfo del otro o la alegría en el fracaso del otro. El envidioso no quiere que el otro disfrute del bien que posee. 

En el tratado de los pecados capitales, se ha dicho que son disposiciones de la avidez y deseo del alma y que estos pueden ser cambiados. Es cierto que, nos sentimos felices y dichosos y bienaventurados cuando somos humildes y sencillos. Bendecir por el que sentimos envidia, nos ayuda a vencer la envidia y cambiar así el odio por amor fraterno.

El envidioso no quiere que el otro brille y suscite admiración de los demás; veamos un ejemplo es el de Caín y Abel en el Sacrificio de alabanza como propiciatorio y oblación agradable a Dios en las Sagradas Escrituras.

Génesis 4; 1,12 Caín y Abel.

Conoció el hombre a Eva, su mujer, que concibió y dio a luz a Caín, y dijo: «He adquirido un varón con el favor de Yahvé.» Volvió a dar a luz y tuvo a Abel, su hermano. Fué Abel pastor de ovejas y Caín labrador. Pasó algún tiempo, y Caín hizo a Yahvé una población de los frutos del suelo. También Abel hizo una población de los primogénitos de su rebaño y de la grasa de los mismos. Yahvé miró propicio a Abel y su oblación, mas no miró propicio a Caín y su oblación, por lo cual se irritó Caín en gran manera y se abatió su rostro. Yahvé dijo a Caín: «¿Por qué andas irritado, y por qué se ha abatido tu rostro? ¿No es cierto que si obras bien podrás alzarlo? Mas, si no obras bien, a la puerta está el pecado acechando como fiera que te codicia, y a quien tienes que dominar.» Caín dijo a su hermano Abel: «Vamos afuera.» Y cuando estaban en el campo, se lanzó Caín contra su hermano Abel y lo mató.

Yahvé dijo a Caín: «¿Dónde está tu hermano Abel?» Contestó: «No sé. ¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?» Replicó Yahvé: «¿Qué has hecho? Se oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el suelo. 

El abatimiento y tristeza que embargan al alma por la envidia es la reacción subsiguiente de una pasión desordenada frente a la felicidad del otro; Caín no soporta ver a su hermano lo quiere desaparecer, lo quiere asesinar; he aquí el primer paso para llegar a el fratricidio de Caín sobre Abel su hermano.

Una cosa es sentir y otra es consentir: sentir es una reacción externa ante determinada situación y el consentir es un acto interior y exterior de una pasión en plena libertad de la conciencia y  la voluntad. Por esta razón, interpela Dios a Caín para dominar y rechazar la tentación del pecado de la envidia: «¿Por qué te enojas y pones mala cara?», le dice Dios a Caín; si hicieras lo bueno podrías levantar la Cara, pero como no lo haces el pecado te está esperando el momento de dominarte, sin embargo, tú puedes dominarlo a él.

+Cuando la fiera serpiente de la codicia del bien espiritual y material del otro ha entrado en el paraíso del Alma, se opone al plan y a la amistad de Dios, separa y divide la armonía y paz con el prójimo.

+La Muerte entro al mundo por la envidia del Diablo, Libro de la Sabiduría. (Sab 1,24). Diabulus (en latín) = Divisor: Invidere = envidioso.

+El envidioso no puede soportar al otro «no lo pude ver». El envidioso rompe la amistad con Dios y con su hermano.

+La justicia es la amistad entre Dios y el Hombre, levantar el corazón a Dios nos ayuda a vencer la envidia  y no codiciar el bien del otro...

+En nuestra alma hay desiertos, valles, collados donde aparecen o resurgen animales y bichos ponzoñosos que hay que dominar y ponerlos a raya.

+La envidia tiene su origen en «no querer ver» a su hermano y más tarde, Caín es acusado de muerte (pensamiento Secreto y escondido). 

¿A caso soy yo el guardián de mi hermano? La sola presencia del hermano le es insoportable. La envidia se da regularmente con alguien próximo y cabila en sus pensamientos diciendo: «Sometámoslo al martirio y a la Prueba para ver de que está hecho». La envidia es la cabeza de la maledicencia y malevolencia. El envidioso es ávaro y se entristece por los dones y virtudes del otro. El envidioso continuamente se compara con el otro. Tiene carencias en su ser, a todos nos faltan cosas nadie lo tiene todo. «El otro es la manera que yo no soy».

La sangre del Justo Abel y la de todos los mártires e inocentes que ofrecieron con sus vidas en oblación como ofrenda pura clama al Cielo, pero por un designio de Dios, esta sangre es la semilla de los nuevos cristianos, como lo afirmaba Tertuliano en su testimonio a mediados del siglo II, D.C.

Efectos corporales de la envidia: el envidioso se pone verde, pálido o libidinoso. El color verde lo asocian con la envidia como el rojo del colérico. El envidioso manifiesta este pecado Capital y se dice así mismo: yo quiero ser el más Santo, yo quiero ser el más Sabio, quiere ser el primero en todo. Y solo Jesús es el primero y el último (Apoc 1,8). El Señor nos enseña que los primeros serán los últimos y los últimos los primeros(Mat.20,1,16); no debemos, pues, inclinarnos a querer ocupar el primer lugar; al contrario, debemos Amar a Dios, sobre todas las cosas y al prójimo como nosotros mismos. He aquí el segundo engaño de la Serpiente antigua y la consecuencia del pecado de la soberbia porque la envidia es la hija del orgullo.

Rosetón de Catedral Notre Dame (Paris):

Un rosetón gótico en el arte medieval es un ícono compuesto por muchas piezas de cristal, es decir. Grandes pequeñas de diferentes tamaños formas y colores que conforman la imagen del icono; a semejanza de esta alegoría es la Jerusalén Celestial, edificada sobre piedras vivas en donde cada una tiene su esplendor y brillo, son las diferentes formas y tamaños que configuran el ícono y lo hacen armonioso y bello. Es en la unidad de un todo que los limpios de corazón y de todos los Santos y ángeles en el cielo se alegran y aumentan su gozo con la felicidad de todos los Bienaventurados. Porque Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad y felicidad plena (1Tim 2,4). Nuestro Señor Jesucristo es en esencia la única Verdad, la Belleza, la bondad y el esplendor. La envidia es la mentira y engaño separan al hombre del amor fraterno, divide el corazón del hombre, lo enceguece y no permite la comunión con Dios y con el prójimo.

+El amor de Dios, fuente del amor al prójimo: 
San Francisco de Sales (Obispo y Doctor de la iglesia), en su tratado sobre el amor de Dios nos enseña que, así como Dios «creó al hombre a su imagen y semejanza» (Gn 1, 26), así también ha ordenado un amor para el hombre a imagen y semejanza del amor que se debe a su divinidad: «amarás, dice, al Señor tu Dios con todo tu corazón; es el primero y el más grande de los mandamientos. Ahora bien, el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» ¿Por qué amamos a Dios? «La causa por la cual amamos a Dios», dice San Bernardo, «es Dios mismo», como si dijera que amamos a Dios porque él es la soberanísima e infinita bondad. ¿Por qué nos amamos a nosotros mismos con caridad? Ciertamente, porque somos «imagen y semejanza de Dios». Y puesto que todos los hombres tienen esta misma dignidad, los amamos también como a nosotros mismos, es decir, en caridad de santísimas y vivientes imágenes de la divinidad.

Es en esta caridad de Dios no tiene ninguna dificultad en que llamarse nuestro Padre ni en llamarnos sus hijos; es en esta caridad que somos capaces de estar unidos a su divina esencia por el gozo de su soberana bondad y felicidad; es en esta caridad que recibimos su gracia y que nuestros espíritus están asociados al santísimo espíritu suyo, «hechos partícipes de su naturaleza divina» (2P 1,4) ... Es entonces así que la misma caridad que produce los actos del amor a Dios produce, igualmente, los del amor al prójimo. Así como Jacob vio que la misma escalera tocaba el cielo y la tierra, sirviendo a los ángeles tanto para bajar como para subir (Gn 28,12), sabemos también que un mismo amor sale de nosotros para amar a Dios y al prójimo.

La envidia espiritual y material por el bien del otro engendra: la tristeza, cólera, la ira y la ambición de poseer y codiciar los dones del prójimo. La causa del pecado de la envidia es la avaricia desenfrenada que arrastra al envidioso a asesinar por conseguir el bien que no posee. Sin embargo, los estados de ánimo incontrolados le impiden obrar el bien e inclinarse al mal y la perversidad obsesiva endurecen su corazón al negarse a no reconocer el bien del prójimo “su culpa es demasiado grande y “vaga errante” sin sentido por la vida....

El pecado capital de la envidia nos conduce al destierro y soledad y sólo puede ser desterrado del alma con una virtud contraria a este deseo y tentación desordenada, la humildad y el amor por el prójimo son el remedio y bálsamo contra la hiel y veneno de la envidia que amarga el alma del envidioso.

Cuando Dios le pregunta a Caín después de asesinar a Abel ¿dónde está tu hermano?, Caín responde a Dios: ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano? Esta pregunta tiene una sabiduría profunda. En primer lugar, debemos estar atentos ante el ciudado y amor por el prójimo; en segundo lugar, nos invita a la vigilancia de nuestro corazón y conciencia, observando nuestros pensamientos para discernir nuestra inclinación al bien que debo hacer y el mal que no debo hacer como lo enseña San Pablo. La custodia de nuestro corazón es una práctica ancestral de meditación sobre los pensamientos obsesivos que provienen del maligno, por medio de un examen de conciencia se logra sacar a la luz los sentimientos negativos que se esconden y engendran muerte.

+++Bendiciones.