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miércoles, 18 de diciembre de 2019

Catequesis II EL Verdadero Discernimiento de Espíritus

Jesus es tentado en el desierto

Continuando con el estudio del Verdadero Discernimiento de Espíritus, es necesario advertir que, Todo lo que procede de Dios en nuestra Alma y espíritu, nos deja paz Gozo y consolación. Todo lo que proviene del Maligno, nos deja angustia, e intranquilidad y no hay sosiego alguno. Por esto, cuando en alguna moción o consolación se advierten claramente las características del espíritu de Dios, no se puede concluir, sin más, que todos los demás movimientos antecedentes o subsiguientes son también divinos; puede ocurrir que antes o después de la iluminación divina se hayan introducido inconscientemente muchos movimientos puramente naturales o humanos que hayan difuminado no poco sus contornos divinos, haciéndoles perder su primitiva pureza.
                                          
De todas formas, para un atento examen y cuidadosa comparación recordemos las características generales y el origen de cada uno de los tres espíritus (divino, -humano o diabólico), en la mayoría de los casos nos proporcionara datos suficientes para poder hacer el discernimiento con garantías de acierto con una humildad y la fervorosa e invocación de las luces divinas del Espíritu Santo.

Veamos ahora cuáles son esas características y Señales de cada uno de los espíritus:

Señales de cada uno de los espíritus: Las principales características generales de cada uno de los tres espíritus mencionados con anterioridad. Al estudiar estos fenómenos místicos extraordinarios en los que el discernimiento se hace más difícil e indispensable, precisaremos con detalle las normas particulares que hayan de emplearse en cada caso.

Señales Del Espíritu de Dios: Siendo las potencias de nuestra alma (entendimiento y voluntad y la memoria); vamos a señalar separadamente las características que afectan al entendimiento y voluntad.

Señales Del Espíritu de Dios (Acerca del entendimiento): 


 Jesus  Consolado en el Getsemaní

1-La Verdad: Dios es la verdad infinita y no puede inspirar a un alma sino ideas verdaderas. Por consiguiente, si una persona que se dice o cree inspirada por Dios sostiene afirmaciones manifiestamente contrarias a la doctrina de la Iglesia o a verdades filosóficas indiscutibles, hay que concluir, sin más, que es una pobre víctima del demonio o de su propia imaginación. Dios no puede jamás inspirar el error. 

2- Gravedad y Certeza: Dios no inspira jamás cosas inútiles, infructuosas, impertinentes o frívolas. Cuando Él impulsa o mueve a un alma es siempre para asuntos serios e importantes. Tampoco suele dirimir con su autoridad divina las controversias y disputas teológicas entre las diversas escuelas católicas. 

3. Luz: Dios es luz y en El no hay tiniebla alguna (1 Juan 1,5). Sus inspiraciones traen siempre luz al alma. Aun en las pruebas tenebrosas (noche del sentido y del espíritu), impulsa a las almas a obrar con perfección aun desconociendo ellas mismas los motivos que tienen para ello. 

4.Docilidad:Reconociendo humildemente su ignorancia, las almas movidas por Dios aceptan con gozo y facilidad las instrucciones y consejos de su director o de otras personas espirituales. Esta obediencia, flexibilidad y sumisión es una de las más claras señales del espíritu de Dios; sobre todo si se la encuentra en un alma culta e instruida, por el mayor peligro que tienen estos tales de apegarse a su propio parecer. 

5- Discreción: El espíritu de Dios hace al alma discreta, juiciosa, prudente, recta y ponderada en todas sus acciones. Nada de precipitación, de ligereza, de exageraciones. Todo es serio, religioso, equilibrado, edificante, lleno de suavidad y de paz. 

6.-Pensamientos humildes: Es una de las notas más inconfundibles del espíritu de Dios. El Espíritu Santo llena siempre al alma de sentimientos de humildad y anonadamiento. Cuanto más sublimes son las comunicaciones de lo alto, más profundamente se inclina el alma hacia el abismo de su nada: «He aquí la esclava del Señor hágase en mi según tu palabra (Lc. 1,38).

Señales Del Espíritu de Dios (Acerca de La Voluntad):

1-La Paz: San Pablo habla varias veces del «Dios de la paz» (cf. Rom. 15,33; Filp. 4,9). Y Jesucristo la ofrece a sus apóstoles como marca inconfundible de su espíritu (Juan. 14,27). La Sagrada Escritura está llena de semejantes expresiones. Es ella uno de los frutos del Espíritu Santo (Gal. 5,22) y no falta nunca en las comunicaciones divinas. Después de recibidas en la oración, queda impresa en el alma una paz íntima, serena, sincera, profunda y estable. Gran señal del espíritu de Dios.

2. Humildad profunda y sincera: La humildad afecta al entendimiento dándole al hombre un juicio bajo de sí mismo, y a la voluntad, dándole la gozosa aceptación de su nada delante de Dios e impulsándole a tratarse en consecuencia. Es una de las más claras e inconfundibles señales del espíritu de Dios. El mismo Cristo nos asegura en el Evangelio que Dios oculta sus secretos a los que se estiman sabios y prudentes y los comunica amorosamente a los pequeños y humildes (Mt. 11,25).

Si falta la humildad, no es menester seguir examinando al alma para poder fallar, sin miedo a equivocarse, que no hay allí espíritu de Dios. Y tiene que tratarse de una humildad profunda y sincera; no afectada ni exterior, que tan fácilmente se presta a falsificaciones. Someta el director, si permanece en duda, a desprecios y humillaciones al alma que se cree iluminada por Dios y observe atentamente cómo reacciona ante ellas. Pero proceda siempre al mismo tiempo con suavidad y caridad para humillar sin abatir.

3. Confianza en Dios y desconfianza en sí mismo: Es la contrapartida de la humildad y su consecuencia obligada. No pudiendo contar consigo misma, el alma se lanza en brazos de Dios sabiendo que nada puede por sus propias fuerzas, pero todo lo puede con la ayuda divina: «todo lo puedo en aquel que me conforta» (Filp. 4,13).

4. Voluntad dócil y fácil en doblegarse y ceder: Esta flexibilidad explica el Padre Scaramelli consiste primeramente en cierta prontitud de la voluntad a rendirse a las inspiraciones y llamamientos de Dios: «Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. (Juan 6:45). Secundariamente consiste en una cierta facilidad en seguir los consejos de otros, sobre todo cuando son de los superiores, que están en lugar de Dios y le representan en su persona. De esta santa flexibilidad resulta en el alma cierta propensión a descubrir a los superiores espirituales todos los secretos de su corazón y una humilde sumisión para ejecutar prontamente sus órdenes, acompañada de repugnancia y temor a emprender ninguna cosa importante sin su consejo y aprobación. 

5-Rectitud de intención en el obrar: El alma busca en todas sus acciones únicamente la gloria de Dios y el cumplimiento perfecto de su divina voluntad, sin ningún interés humano ni mezcla de motivos de amor propio.

6- Paciencia en los dolores de alma y cuerpo: Llevar con paz y sosiego los dolores, penas y enfermedades; las persecuciones, calumnias y desprecios; la pérdida de la hacienda, de los parientes y amigos y otras cosas semejantes es gran señal del espíritu de Dios. Pero tiene que obedecer a motivos sobrenaturales para que sea señal inconfundible; que a veces se dan naturales fríos y estoicos, que nada les afecta ni impresiona por complexión e índole puramente natural.

7-Abnegación de sí mismo y mortificación de las inclinaciones internas: Es señal inconfundible dada por el mismo Cristo: «si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» (Mt. 16,24). El demonio y la propia naturaleza inspiran siempre comodidades y regalos.

8- Sinceridad, veracidad y sencillez en la conducta.: Son virtudes evangélicas que van siempre juntas y nunca faltan en las personas movidas por el espíritu de Dios.

9-Libertad de espíritu: Sin apego a nada, ni siquiera a los dones mismos de Dios. Aceptan con agradecimiento las consolaciones sensibles cuando el Señor se las da, aprovechándose de ellas para incrementar su fervor y abnegación; pero quedan tranquilas y en paz cuando el Señor se las retira, dejándolas en la aridez y sequedad. En este estado se esfuerzan en seguir adelante, cumpliendo puntualmente, a pesar de todas las repugnancias, todas las obligaciones y deberes de su estado con plácida calma y serenidad. Hacen sus oraciones, sus comuniones y penitencias y todos los demás ejercicios espirituales con gran puntualidad y fervor, pero los dejan con la misma facilidad cuando la caridad, la necesidad o la obediencia lo piden, sin el menor gesto de displicencia o mal humor. 

Gran deseo de imitar a Cristo en todo. Esta es la señal más clara, porque, como afirma San Pablo, no se puede tener el espíritu de Dios sin tener el espíritu de Jesucristo (Rom. 8,9), su divino Hijo, en el cual tiene puestas todas sus complacencias (Mt. 17,5). Por eso dice San Juan de la Cruz que el alma que aspire a santificarse ha de tener «un ordinario apetito de imitar a Cristo en todas sus cosas, conformándose con su vida, la cual debe considerar para saberla imitar y haberse en todas las cosas como nuestro Señor Jesucristo.» 

8.Una caridad mansa, benigna, desinteresada: Tal como la describe el Apóstol San Pablo (1 Cor. 13,4-7). San Agustín; la tenía por señal tan clara del espíritu de Dios, que llegó a escribir sin vacilar: «Ama con amor de caridad y haz lo que quieras; no errarás. Ya hables, ya calles, ya corrijas, hazlo todo con interno amor; no puede ser sino bueno lo que nace de la raíz de una íntima caridad».

Señales del Espíritu Diabólico:

Examinadas las características del espíritu de Dios, es fácil determinar las del espíritu de las tinieblas. Son, como es obvio, diametralmente opuestas y contrarias.  Por eso es fácil distinguirlas cuando se presentan de una manera descarada y manifiesta.  Pero es preciso tener en cuenta que el enemigo infernal se disfraza a veces de ángel de luz, y sugiere al principio buenas cosas para disimular por cierto tiempo sus arteras intenciones y asestar mejor la puñalada en el momento oportuno cuando el alma esté más desprevenida. Por eso hay que proceder con cautela, examinando los movimientos del alma en sus orígenes y derivaciones y no perdiendo nunca de vista que lo que empezó aparentemente bien puede acabar mal, sí no se corrigen y enderezan en el acto las desviaciones que empiecen a manifestarse. 

He aquí las señales manifiestas del espíritu diabólico:
Señales del Espíritu Diabólico (Acerca del entendimiento:" 

1-Espíritu de falsedad. A veces sugiere la mentira envuelta en otras verdades para ser más fácilmente creído.

2.Sugiere cosas inútiles, curiosas e impertinentes: Para hacer perder el tiempo en bagatelas, distrayendo y apartando de la devoción sólida y fructuosa. 

3. Tinieblas, angustias, inquietudes: Falsa luz en la sola imaginación, sin frutos espirituales. 

4.Espíritu protervo: “Obstinado en la maldad”, pertinaz. No da nunca el brazo a torcer. Gran señal. 

5.Indiscreciones continuas: Excita, por ejemplo, a los excesos de penitencia para provocar la soberbia o arruinar la salud ; no guarda el debido tiempo (sugiere alegrías el Viernes Santo o tristezas el día de Navidad), ni el debido lugar (grandes arrobamientos en público, jamás en secreto), ni las circunstancias de la persona (impulsando a los solitarios al apostolado, y a los apóstoles al retiro y soledad, etc.). Todo lo que vaya contra los deberes del propio estado viene del demonio o de la propia imaginación, jamás de Dios. 

 Señales del Espíritu Diabólico Acerca de la voluntad

1.La inquietud,turbación: Alboroto,Iracibilidad y zozobra en el alma. 

2.Soberbia o falsa humildad: en las palabras y no en las obras, o llenando al alma de turbación y alboroto, incapacitándola para el ejercicio de la virtud. Abatimiento de espíritu; Vanidad, y preferencia sobre sí mismo, antes que los demás, etc. 

3.Desesperación, desconfianza  y desaliento: Presunción, vana seguridad y optimismo irracional, atolondrado e irreflexivo. 

4.Desobediencia, obstinación: En no abrirse al director, penitencias de propio capricho dejando las obligatorias, dureza de corazón.

5.Fines torcidos: vanidad, complacencia propia, ganas de ser apreciado y tenido en mucho. 

6.Impaciencia en los trabajos y sufrimiento: Resentimiento pertinaz.

7.Desconcierto rebelión de las pasiones: Por motivos fútiles y causas desproporcionadas; ofuscación violenta de la razón; impulsos pertinaces de voluntad hacia el mal. 

8.Hipocresía, doblez, simulación: El demonio es el padre de la mentira, por tanto, el Alma presa presenta una falsa bondad escondida en ropajes de maldad. Falsa caridad, celo amargo, indiscreto, farisaico, que perturba la paz. Son los eternos reformistas, que ven siempre la paja en el ojo ajeno y nunca la viga en el suyo (Mt. 7,3). 

9. Apego a lo terreno: a los consuelos espirituales, buscándose siempre a sí mismo. Olvido de Cristo y de su imitación. 

La labor del director para con todas estas almas desgraciadas ha de consistir principalmente en tres cosas: 

+ Hacerles entender que son juguete del demonio y que es menester que se armen prontamente para defenderse contra él. 

+Sugerirles que se encomienden mucho a Dios y le pidan continuamente y de corazón la gracia eficaz para vencer los asaltos del espíritu de las tinieblas. 

+Que al sentir el asalto diabólico le rechacen rápidamente y con desprecio, haciendo actos contrarios a los que trataba de impulsarles. 

Señales del espíritu humano: 

Las señales del espíritu humano han sido maravillosamente expuestas por Tomás de Kempis en su incomparable Imitación de Cristo (Pag -111,54). Es preciso meditar despacio aquellas páginas admirables, en las que se establecen las diferencias entre los movimientos de la gracia y los de la naturaleza humana. vulnerada por el pecado. Esta última se inclina siempre a su propia comodidad, es amiga del placer y del regalo, tiene horror instintivo al sufrimiento en cualquiera de sus manifestaciones, se inclina siempre a las cosas que responden a su temperamento, a sus gustos y caprichos, a las satisfacciones del amor propio. No quiere oír hablar de humillaciones, de desprecio de sí mismo, de renunciamiento y mortificación. Juzga de ineptos e incomprensivos a los directores que traten de oponerse a sus caprichos y salta fácilmente por encima de sus consejos. 

La Naturaleza humana se inclina al placer. Busca la alegría, el éxito, los honores y aplausos. Quiere ser la protagonista de todo cuanto excite admiración, de lo exterior y espectacular, de lo que deleita y halaga. En una palabra: no entiende ni sabe de otra cosa que de las satisfacciones multiformes de su propio egoísmo.

En la práctica, muchas veces es difícil poder discernir con seguridad si alguno de estos movimientos torcidos proviene de la sugestión diabólica o del simple impulso de nuestra propia naturaleza, mal inclinada por el pecado. Pero es siempre relativamente fácil distinguir los movimientos de la gracia de cualquiera de estos otros dos, pues la distancia entre ellos es grandísima. En todo caso bastará poder determinar con precisión que aquel movimiento no puede ser de Dios para que se le combata y reprima, aunque no se sepa si viene de la propia naturaleza depravada o del impulso del espíritu de las tinieblas; para el caso es exactamente igual. 

Finalmente, los principales remedios contra el espíritu humano son la oración, la abnegación de sí mismo y la constante rectitud de intención en todas nuestras obras; no haciendo nada por satisfacer nuestros gustos y caprichos, sino únicamente por cumplir la voluntad de Dios y glorificarle con todas nuestras fuerzas. 

Señales de espíritu de Procrastinación: El Padre. Scaramelli dedica un capítulo muy interesante a examinar algunos indicios de espíritus de procrastinación, dudosos o inciertos . He aquí los principales: 

1.Aspirar a otro estado: Después de haber hecho la debida elección (cf. 1 Cor. 7,20). << Que permanezca cada cual tal como le halló la llamada de Dios>>. 

2. Tener afición a cosas raras: Las excentricidades, en el comer el beber y vestir desacostumbradas y singulares, que no son propias de su estado. Cuando Dios pide excepcionalmente estas cosas, deja sentir de manera inequívoca su divina voluntad por el conjunto de especialísimas circunstancias;
( ponerle a prueba en la obediencia, desapego y humildad). 

3. Anhelar Dones y cosas extraordinarias y Milagros:En el ejercicio de las virtudes, tales como ciertas «locuras santas» que realizaron algunos siervos de Dios por especial instinto del Espíritu Santo. 

4. Espíritu de grandes penitencias exteriores: Puede ser muy dudoso si Dios las ha pedido a algunos santos, pero no es ése el camino normal de su providencia. Hay que examinar muy despacio todo el conjunto de circunstancias. 

5. Espíritu de consolaciones espirituales sensibles: Es dudoso. Pueden ser de Dios, pero también del demonio o de la simple naturaleza. Por los frutos se las conocerá. 

6.Espíritu de consolaciones y deleites espirituales​ continuos:  Jamás interrumpidos, es mucho más dudoso. Los Santos Padres afirman que el espíritu de Dios va y viene; ya se manifiesta, ya se esconde y no obra siempre en el alma con un mismo tenor. 

7. Las lágrimas Frecuentes: Son también sospechosas, porque pueden provenir de Dios, del demonio o de la propia naturaleza. Hay que examinar los frutos que producen.

8. Grandes favores extraordinarios: (revelaciones, visiones, llagas, etc.) Junto con poca santidad interior son fuertemente dudosos. Porque, aunque esas gracias dadas no suponen necesariamente la santidad en el alma (ni siquiera el estado de gracia, como veremos en su lugar correspondiente). sin embargo, de ordinario no suele Dios concederlas sino a sus grandes siervos y amigos. 

Advertencias y consideraciones Finales: 

Como ya hemos dicho, a veces el espíritu bueno se junta con el malo o con el simplemente natural. Es menester obrar con gran cautela, separando lo precioso de lo vil. Hay que aplicar en cada caso las reglas del discernimiento y pedirle luces a Dios. 

+ En materia de visiones y revelaciones: El espíritu de Dios suele causar al principio temor y después consuelo y paz. El demonio, al revés: al principio produce consuelo sensible y después turbación y desasosiego. La razón es porque Dios obra directamente en nuestras facultades intelectuales (cosa que resulta extraña a nuestra manera habitual de conocer, a base de los fantasmas de la imaginación), y por eso causa temor, pero después se deja sentir el buen efecto de la acción divina. El demonio, al contrario: como no puede obrar directamente en el entendimiento—como explicamos en su lugar—, actúa sobre el apetito sensitivo, produciendo en él consuelo sensible; pero bien pronto se echan de ver sus efectos perniciosos. A veces también las sugestiones del demonio empiezan con turbación; pero entonces se conoce en que esa inquietud se prolonga hasta el medio y el fin. 

+ Muchas veces Dios inspira deseos cuya realización efectiva no quiere de nosotros, como cuando pidió al patriarca Abraham la inmolación de su hijo Isaac. Busca con ello la sumisión interior del alma, pero no su ejecución externa. Y así., los deseos de soledad y de aislarse por completo del mundo que pueda sentir un sacerdote entregado a la vida apostólica es posible que provengan de Dios; pero de esto no se sigue que deba abandonar sus actividades de apostolado e ingresar en Comunidad de Monjes Cartujos, por Ejemplo. Puede ser que, lo único que pretenda Dios sea empujarle al recogimiento interior y a una vida de ferviente oración en medio de sus ocupaciones actuales. 

+Debemos pues velar con Santo temor y temblor nuestros actos y las mociones de nuestro espíritu. Examinar nuestras conciencias y estados habituales de nuestra Potencias del Alma: como son la Voluntad la Razón y la Memoria. Nuestro espíritu y Naturaleza Humana debe estar gobernado por Las Luces del Espíritu Santo en nuestros racionamientos, la recta intención de nuestro corazón y la Razón deben tener total dominio de nuestras pasiones e inclinaciones desordenadas. En un espíritu dócil y humilde es Dios el que actúa por obra y gracia del Espíritu Santo y en total abandono y desapego de todo lo terreno y mundano; Exclama: 

<<Ya no soy yo es Cristo que vive en mi >> (Gal 2,20). 

+++ Bendiciones.

jueves, 5 de diciembre de 2019

Catequesis I - El Verdadero Discernimiento de Espíritus.


Nociones previas: ¿Qué se entiende por discernimiento de espíritus?

Escuchemos al celebrado autor Godínez en su Libro Práctica de la Teología mística:«El discernimiento de Espíritus es una interior propensión del alma; si es a cosa buena, será espíritu bueno en aquel género; si es a cosa mala, será espíritu malo. Un hombre que tiene propensión a la oración se dirá que tiene espíritu de oración; si a la penitencia, tiene espíritu de penitencia; si a pleitos y altercados, se dirá que tiene espíritu de contradicción; si se inclina al retiro, soledad y pobreza, se dice que tiene espíritu de estas cosas; y así, el que se inclina a la oración, compostura, modestia, silencio y buen ejemplo y habla, trata y piensa de cosas espirituales, se dice varón espiritual»!. 

El hombre,en efecto, siente inclinaciones o propensiones en sus potencias afectos y pasiones, la voluntad y el apetito sensitivo. Psicológicamente tienen toda la misma naturaleza; son mociones que parten de la libertad e impulsan a una acción. Pero originariamente pueden provenir o de la espontaneidad propia o de una excitación especial por parte de Dios o del demonio.

El discernimiento de los espíritus consistirá, pues, en averiguar, en estos movimientos de la voluntad, sus diferentes principios y en señalar cuáles han sido provocados directa o indirectamente por Dios, por el demonio o por la propia naturaleza humana. Rafael Arango, en su Libro Discernimiento de Espíritus resume magistralmente esta definición: El Espíritu de Dios inspira, El espíritu del Maligno instiga y El espíritu del Hombre se inclina hacia el bien o hacia el mal.

Clases de discernimiento de Espíritus:Hay dos clases de discernimiento, uno adquirido y otro infuso. El primero constituye un arte especial complementario de la dirección espiritual ordinaria, y su adquisición está al alcance de todos, a base de los medios que señalaremos en seguida. El segundo es una gracia Carismática (gracia- gratis dada), concedida por Dios a algunos Laicos, Presbíteros y Santos. De este último hablaremos en otro lugar al tratar de las gracias.

El Verdadero discernimiento infuso, carismático, es infalible no se equivoca nunca, puesto que obedece a una moción instintiva del Espíritu Santo, en el que no cabe el error. Pero desgraciadamente esa gracia es muy rara: ni si - quiera todos los santos la han tenido. El adquirido—en cambio—está al alcance de todos, pero está muy lejos de ser infalible. En la práctica presenta grandes dificultades, pero su necesidad es imperiosa para el director espiritual. Sin él es incapaz de desempeñar rectamente su misión; puesto que ignorando cuál sea el origen de los diversos movimientos del alma, le será imposible dictaminar con acierto cuáles deban reprimirse y cuáles fomentarse.

(FR. Antonio Royo Marín, en su tratado de Teología de La Perfección Cristiana,nos enseña: En este sentido, la responsabilidad del director es grandísima. Porque, como dice San Juan de la Cruz, «el que temerariamente yerra, estando obligado a acertar, como cada uno lo está en su oficio, no pasará sin castigo, según el daño que hizo» Y el Padre. Scaramelli añade por su cuenta: «Un director que no ha adquirido el suficiente discernimiento de espíritu, no puede conocer de dónde provengan los impulsos y movimientos de nuestros ánimos, si de Dios, si del demonio, o si de nuestra corrupta y depravada naturaleza: lo que es aún más verdadero cuando las mociones interiores son extraordinarias, como sucede frecuentemente a las almas contemplativas. Por lo cual se expone a manifiesto peligro de aprobar lo que es digno de reprensión, y a reprender lo que es digno de aprobación, y de prescribir reglas torcidas por las cuales, en vez de promover las almas a la perfección, las ponga impedimento o quizá las encamine por la senda de la perdición.

De aquí se debe inferir que no puede eximirse de cierta nota de temeridad y de alguna mancha de culpa a cualquiera que se meta a padre espiritual de las almas sin haber adquirido la debida noticia y discernimiento de los espíritus; y mucho más si se expone a confesar en los monasterios de religiosas, entre las cuales hay siempre muchas que seriamente atienden a la perfección y siempre se encuentra alguna a quien Dios conduce por camino extraordinario. Es preciso, pues, examinar cuidadosamente los medios que tenemos a nuestro alcance para conseguir el discernimiento adquirido de los espíritus. 

El discernimiento adquirido y medios de alcanzarlo: El discernimiento adquirido es un verdadero arte, el más difícil y provechoso de todos, que constituye una fuente de gracias para el que lo ejercita y para el que lo recibe. Consiste en una habilidad especial para examinar los principios y los efectos de los diversos movimientos del alma, contrastándolos con las reglas que el Espíritu Santo nos da en las Sagradas Escrituras o a través de la tradición cristiana, a fin de dictaminar con las máximas garantías de acierto si esos movimientos vienen de Dios, del espíritu de las tinieblas o de los extravíos de la propia imaginación.

 He aquí los principales medios de alcanzar ese divino arte:

1- La oración:Es el más importante y fundamental. Aunque se trate de un arte que se puede ir adquiriendo poco a poco con el estudio y esfuerzo personal, todo resultará insuficiente sin la ayuda especial del Espíritu Santo a través de la virtud de la prudencia y del don de consejo. Nos referimos no sólo a la oración general y constante que pide a Dios la luz del discernimiento, sino a la plegaria particular y ocasional que solicita el favor de conocer los caminos de santificación de una determinada alma. A esta oración particular responderá Dios con gracias especiales, que no serán, ciertamente, el don infuso y extraordinario del discernimiento, pero sí ese concurso sobrenatural ordinario que la divina Providencia nos concede cada vez que lo imploramos para desempeñar convenientemente nuestros deberes y obligaciones. No basta poseer la teoría para acertar en la aplicación práctica y concreta; para ello son necesarias las luces del Espíritu Santo impetradas por la oración.

2.- El estudio: Es preciso penetrarse profundamente de los datos que nos suministran la Sagrada Escritura, los Santos Padres, los teólogos y maestros de la vida espiritual, sobre todo los que juntaron a la vez la ciencia y la experiencia. 

3- La experiencia propia:En el ejercicio de este arte, eminentemente práctico, la experiencia personal se impone con absoluta necesidad. La teoría sola no basta. Es imposible que un ciego dictamine con acierto acerca de la luz. ¿Cómo sabrá distinguir las obras de Dios, llenas de luz, de las que provienen del espíritu de las tinieblas un director espiritual que no esté acostumbrado a recibir la luz divina, que se infunde de ordinario en la oración y trato íntimo con Dios?

4- La remoción de los obstáculos: Hay que evitar, sobre todo, el espíritu de autosuficiencia, que impulsa a decidir por propia cuenta, sin consultar jamás a los sabios y experimentados. Dios suele negar sus gracias a estos espíritus soberbios; la humildad, en cambio, atrae siempre las luces y bendiciones de lo alto. Evítese también con cuidado el apego o demasiada afición al dirigido, que enturbia la claridad de la visión, impidiéndonos ver sus defectos .0 impulsándonos a proceder con demasiada blandura y falta de energía. 

Hay que mantenerse siempre en igualdad de ánimo y examinarlo todo. con rectitud y sencillez. No juzgue nunca “las cosas” que son espirituales por razones humanas, sino por los dictámenes de la prudencia sobrenatural. Ni sea precipitado en la emisión de sus juicios, sino someterlas a madura reflexión, aunque sin excesivas sutilezas y cavilosidades. Tener mucha confianza en Dios y en la protección de María, Virgen prudentísima, que no dejarán de ayudarle si procede en todo con absoluta rectitud de intención y espíritu sobrenatural.

Los tres espíritus que mueven en el alma :San Bernardo, señala hasta seis espíritus diversos que pueden mover al hombre en sus operaciones: Espíritu divino, angélico, diabólico, carnal, mundano y humano. Pero fácilmente se pueden reducir a los tres que enseñan comúnmente los maestros de la vida espiritual, ya que el espíritu angélico se reduce al divino, en cuanto que los ángeles son instrumentos de Dios, y no obran sino según sus divinas inspiraciones; el mundano se reduce al diabólico, en cuanto que el mundo es el mejor aliado de Satanás; y el carnal se reduce al humano, del que es una de sus manifestaciones más frecuentes.

Dios siempre nos impulsa al bien, obrando directamente sobre nuestros espíritus o sirviéndose de las causas segundas. El demonio siempre nos impulsa al mal, ya sea por sí mismo, ya por el mundo, que es su amigo y aliado. La naturaleza nos inclina unas veces al bien, conocido por la razón y apetecido por la voluntad, y otras veces al mal, arrastrada por la propia concupiscencia, que le hace tomar como bien aparente lo que en realidad es un mal. 

Pero téngase en cuenta que a veces estos espíritus malignos se interfieren y mezclan de mil maneras. Es evidente que no pueden impulsar a una buena acción el espíritu de Dios y el diabólico a la vez; pero sí puede darse el movimiento divino y el puramente natural hacia una acción de suyo buena y honesta. Con frecuencia ocurrirá también que la gracia venga a intensificar y dirigir una buena impresión recibida por una causa puramente natural, por ejemplo: (el consejo de un buen amigo), el demonio aprovechará, a su vez, las sugestiones malignas del mundo para azuzarlas e incrementarlas en la fantasía. 

Por eso, cuando en alguna moción o consolación se advierten claramente las características del espíritu de Dios, no se puede concluir, sin más, que todos los demás movimientos antecedentes o subsiguientes son también divinos; puede ocurrir que antes o después de la iluminación divina se hayan introducido inconscientemente muchos movimientos puramente naturales o humanos que hayan difuminado no poco sus contornos divinos, haciéndoles perder su primitiva pureza. En estos casos se requiere en el director una gran sagacidad sobrenatural para saber distinguir el oro del oropel. Más aún. No parece que repugne o sea imposible que después de una moción divina se entrometa subrepticiamente permitiéndolo Dios, la acción diabólica en el alma. No siempre será fácil distinguir en dónde termina la acción de Dios y en dónde comienza la influencia del espíritu de las tinieblas o de los propios impulsos naturales.

Señales de cada uno de los espíritus:Vamos a señalar en la segunda parte de esta (Catequesis II ); las principales características generales de cada uno de los tres espíritus. En almas muy buenas se advierten señales de un mal espíritu, ocasionadas por situaciones circunstanciales, por la sugestión u obsesión diabólica. Hay que tener gran cuidado y discreción para sorprender o descubrir la verdadera disposición íntima de almas que atraviesan grandes crisis espirituales, como las de las purificaciones pasivas. La naturaleza humana y a veces el demonio plantean problemas y producen fenómenos complejísimos, que es menester enjuiciar con gran tino y prudencia.

Para terminar esta primera parte de la catequesis, vamos a meditar esta bella Oración que San francisco de Asís realizaba frente al crucifijo de San Damián:

¡Oh alto y glorioso Dios!, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y veraz mandamiento. Así sea…. 

+++ Bendiciones

sábado, 2 de noviembre de 2019

¿Cuál es la verdadera Adoración a Dios?


 Al señor adorarás y solo a él darás culto. (Mateo 4,10). 

Un gran mal se ha infiltrado en el Pueblo de Dios, entre “los que siguen al Cordero a donde quiera que vaya” y los que siguen doctrinas falsas con apariencia de verdad. Un sincretismo rampante se está apoderando en los gobiernos del mundo y en todos sus estamentos legislativos y ejecutivos e instituciones educativas y religiosas. No se puede ocultar ante nuestros ojos como en algunos seminarios y congregaciones religiosas se ofrecen cultos “paganos”; inclusive dentro de los Jardines de Roma,  lo confirma Aciprensa en la  publicación realizada  por Internet el pasado 9 de octubre del 2019. Titulada: Indígenas y religiosas hacen rituales amazónicos en iglesia católica cerca al Vaticano:

Dentro de la iglesia y frente al lugar donde se ubica el Santísimo Sacramento y junto al altar principal, se extendieron unas telas y una red de colores con diversos objetos, como pequeñas canoas, imágenes de aves, instrumentos, estatuillas, cuencos con alimentos, entre otras; y en el centro un cesto de mimbre dentro del cual estaba la imagen de una mujer embarazada desnuda.(la pachamama). Posteriormente estas imágenes fueron llevadas a La iglesia romana de Santa María en Traspontina, situada en la Vía de la Conciliazione a pocos metros del Vaticano, se acogieron diariamente del 4 al 27 de octubre un evento de marcado carácter sincrético en el que se mezclan tradiciones indígenas del Amazonas con referencias cristianas.


Fuente: (Aciprensa Fotografías La iglesia romana de Santa María en Traspontina).

Después y para concluir el acto se leyó un fragmento del libro del Éxodo en el que Dios, en la zarza ardiente, le pide a Moisés que se descalce porque está en tierra sagrada. Al preguntar sobre el significado del acto a algunos de los participantes, estos explicaron que los objetos simbolizan los dones de Dios. A la pregunta sobre si era una ceremonia cristiana o amazónica, respondieron que las dos cosas son lo mismo.

El acto del 9 de octubre comenzó en el atrio de la iglesia con algunos cantos y luego los participantes caminaron al interior del templo en donde siguió el ritual, en el que destacó la participación de Mons. Raúl Vera, Obispo de Saltillo (México), conocido por la promoción del estilo de vida homosexual y su apoyo al lobby LGBT.

Para concluir el evento, se rezó el Padre Nuestro, el Ave María y se hizo una reflexión con una lectura bíblica. Algunos de los participantes indicaron que el ritual irá variando a lo largo de los días en los que se realice para poder mostrar cómo es la “espiritualidad amazónica”.

En varias capillas de la iglesia, los responsables de “Amazonía Casa Común”, iniciativa de la REPAM (Red Eclesial Panamazónica); han establecido unas muestras sobre los llamados mártires amazónicos. En el suelo de las capillas han colocado otros objetos, fotos e imágenes relacionados a la Amazonía y la problemática de la región.

En una de las fotografías, también se puede ver una pancarta en la que se quiere representar las palabras del Papa Francisco en la encíclica Laudato si’: “Todo está conectado”. Para ello se emplea la fotografía de una mujer indígena que con un brazo sostiene a su hijo pequeño y con el otro amamanta a un lechón. A su alrededor una flecha dirige la mirada hacia la fotografía del hijo con las palabras “otro-yo”.

Fuente: (Aciprensa Fotografías La iglesia romana de Santa María en Traspontina).

Del hijo sale otra flecha hacia la fotografía del lechón con las palabras “otro-naturaleza-cosmos”. Por último, la flecha dirige de nuevo a la fotografía de la madre bajo la palabra “yo”. Además, mediante una flecha de cambio de sentido se explica que el proceso puede ser a la inversa. 

La iniciativa “Amazonía Casa Común” celebrada en la iglesia de Santa María en Traspontina contrasta con las palabras pronunciadas el 17 de junio del Cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de los Obispos, durante la presentación del Instrumentum laboris del Sínodo. En aquella ocasión, el Cardenal rechazó que el Sínodo sobre la Amazonía pudiera abrir alguna posibilidad a una Iglesia sincrética donde se diera cabida a sensibilidades filosóficas o religiosas de origen pagano. 

¿Si lo anterior no es un “rito pagano” dentro de una iglesia Catolica entonces, que estamos viendo y de que estamos hablando? 

El libro del (Levitico 9 ); nos relata como “Nadab y Abihu, hijos de Aarón tomaron cada uno su incensario, pusieron fuego en ellos y luego de echar incienso encima ofrecieron ante Yahvé un fuego profano que él no les había mandado. En ese momento salió de la presencia de Yahvé un fuego que los devoro”. 

Estas falsas doctrinas que se pretenden implantar en nuestra iglesia están confundiendo al creyente con un culto tremendamente egoísta y personal que no está acorde con la tradición bíblica ni con la adoración celestial. infiltrándose como Nueva Era disfrazada de cristianismo, ofreciendo como en el caso de Nadab y Abihu un fuego profano que el señor no ha pedido y que tendra el mismo efecto espiritual. A estos hermanos que han caído en esa trampa para que, como el ciego de Siloé, abran sus ojos y puedan ver. 

¿Qué es la Adoración? 

La Enciclopedia Católica la describe magistralmente como: “En el más estricto sentido, es un acto de religión ofrecido a Dios en reconocimiento de su suprema perfección y dominio, y de la dependencia que dé El tienen las creaturas; en un sentido menos estricto, la reverencia mostrada a cualquier persona u objeto que posee inherentemente o por asociación un carácter sagrado o un alto grado de excelencia moral. 

La creatura racional, levantando la vista hacia Dios, a quien la razón y la revelación muestran ser infinitamente perfecto, no puede, en derecho y justicia mantener una actitud de indiferencia. Esta adoración requerida por Dios, y dada exclusivamente a Él como Dios, es designada por los griegos como latreia (latinizada, latria), siendo la palabra Adoración la mejor traducción que nuestra lengua permite. Adoración difiere de otros actos de culto, tales como la súplica, confesión de los pecados, etc., en que su formalidad consiste en una auto humillación ante el Infinito y en devoto reconocimiento de su trascendente excelencia. 

En el Apocalipsis 5, 11,12; se da un excelente ejemplo de adoración: "Vi y oí la voz de muchos ángeles en derredor del trono, y de los vivientes y de los ancianos; y era su número de miríadas de miríadas y de millares de millares, que decían a grandes voces: Digno es el Cordero, que ha sido degollado, de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la bendición. Y los cuatro vivientes respondieron: Amén. Y los ancianos cayeron de hinojos y adoraron." 

El precepto revelado de adorar a Dios fue pronunciado a Moisés en el Sinaí y reafirmado en las palabras de Cristo: "Al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo darás culto" (Mat, 4, 10). 

El elemento primario y fundamental en la adoración es un acto interior de la mente y la voluntad; la mente percibiendo que la perfección de Dios es infinita, la voluntad ordenándonos resaltar y dar culto a esta perfección. Sin alguna medida de esta adoración interior "en espíritu y en verdad" es evidente que cualquier muestra externa de culto divino sería mera pantomima y falsedad. Pero igualmente evidente es que la adoración sentida dentro buscará expresión hacia fuera. 

La naturaleza humana demanda expresión de algún tipo para sus estados de ánimo espirituales y emocionales; y a este instinto por la auto-expresión se debe todo nuestro aparato de habla y expresión corporal. Suprimir este instinto en la religión sería tan falto de razón como reprimirlo en cualquier otra provincia de nuestra experiencia. Más aún, haría atroz daño religioso reprimir su tendencia a manifestaciones externas, ya que la expresión externa reacciona sobre el sentimiento interior acelerándola, reforzándola y manteniéndola. Como enseña Santo Tomás: "es connatural para nosotros pasar de los signos físicos a la base espiritual en que se apoyan” 

Como dice la Enciclopedia Católica la Adoración con lleva dos actos, uno interno y otro externo, sin el acto interno de “percibir la perfección de Dios y someternos a ella en asombro” el acto externo (las posturas, el culto) es vano. Nuestros hermanos protestantes en una forma bastante banal solo catalogan como adoración los actos externos, privando al creyente de la raíz santa de la verdadera Adoración y condenado como adoración falsa lo que es simplemente respeto. 

El Acto mediante el cual se expresa reverencia, respeto, honor, amor y obediencia a Dios. En el Antiguo Testamente se utiliza la palabra shajah para indicar esa actitud, con la connotación de “postrarse”, “arrodillarse”, “inclinarse”. En el Nuevo Testamento el término en griego es Proskusneo, que es reverenciar a una persona. Usualmente el odorante baja “la cabeza hacia el suelo” 

Como ven estos hermanos se están fijando y juzgando la actitud externa, esto crea una generación de creyentes superfluos y vanos, cayendo en la misma “religiosidad.” 

La Palabra hebrea para Adoración es shajah y la palabra para “Honrar” es “hadar”, sin embargo, siendo distintas y significando cosas distintas tienen la misma raíz, solo que Shajah significa “reconocimiento de autoridad y sumisión total en quien reconocemos esto”. Mientras que “hadar” es un comportamiento de reconocimiento sin la sumisión total en el sentido espiritual así que podemos estar honrando sin estar adorando…que hace la diferencia?? ¡Lo que tú tienes en el interior! 

¡Para que exista adoración tienes que someterte a quien te rindes si no te sometes totalmente no hay adoración hay solo una honra ¡ 

La raíz griega de la palabra verdad es “Aletheia”, y esta es la palabra que uso Jesús cuando dijo: “Y conoceréis la verdad y los hará libres”. Esta es la primera característica que Jesús menciono, ser cristiano es conocer la Verdad y ser libres en ella. 

El precepto revelado de adorar a Dios fue pronunciado a Moisés en el Sinaí y reafirmado en las palabras de Cristo: "Al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo darás culto" (Mat, 4, 10). Pero esta adoración de Israel estuvo asociada a una Liturgia visible, “prefigura de cosas celestes”.Según San Pablo en hebreos 9, la Adoración de Israel era solamente figura, nosotros tenemos la realidad. Nuestra Liturgia de Adoración tiene su origen y desciende del cielo, es una realidad celestial que la Iglesia refleja en la Solemnidad del Culto y que es revelada en el Evangelio celestial que es el Apocalipsis: se da un excelente ejemplo de adoración: 

"Vi y oí la voz de muchos ángeles en derredor del trono, y de los vivientes y de los ancianos; y era su número de miríadas de miríadas y de millares de millares, que decían a grandes voces: Digno es el Cordero, que ha sido degollado, de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la bendición. Y los cuatro vivientes respondieron: Amén. Y los ancianos cayeron de hinojos y adoraron." (Apo 5, 11,12) 

El mismo Apóstol San Pedro nos habla en su Epístola de la verdadera Adoración Mesiánica en (1Pedro 2,5): "también vosotros, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo”. 

Por el Mesías somos acreedores por el Espíritu Santo de ofrecer sacrificios espirituales especiales exclusivamente aceptables ante Dios. Nadie más tiene la capacidad de presentar tal ofrenda de adoración y alabanza, solo Cristo. Hermano quiero dejar esto claro, << sin sacrificio no hay verdadera adoración.>> 

Verdaderamente sufro cuando veo en donde creen dar al Creyente una adoración que no es más que enseñanza, una alabanza música buena, o regularmente buena y Cómo se engaña al creyente de tal manera, eso no es adoración es un mero culto humano donde solo se entretiene al creyente haciéndolo a el centro de un culto banal y vació. 

En La Congregación del pueblo de Dios es importante, la Adoración de cuerpo su Sangre su Alma y su divinidad como centro y culmen de toda Adoración. Estos son algunos pasos a seguir para alcanzar una verdadera Adoración: 

1) Convocatoria de verdaderos creyentes llenos del Espíritu, invitados a formar parte de un cuerpo local sometido en autoridad. 

2) La humillación de estos creyentes integrantes del cuerpo reconociendo que como simple seres humanos no son dignos y no poseen capacidad para adorar. Al alabar al Mesías el cuerpo de creyentes es llenado de Él, de la presencia del Mesías, Por medio de la Gracia 

3) Manifestación sacrificial de Jesucristo por medio del Espíritu, es la verdadera alabanza y la verdadera adoración se da en “Espíritu y en Verdad” por la unción del Espíritu Santo y la realidad del Sacrificio único de Cristo que nos une a las realidades espirituales, el altar unido al Trono de Dios por medio de la Única Mediación de Jesús Sacerdote, esta es la verdadera adoración, la única adoración que Dios acepta….no la que damos nosotros pecadores, es La que le da su Hijo Perfecto que nosotros le ofrecemos. 

En la adoración de Israel se unían la Intercesión del Sumo Sacerdote, el Nombre Santo de Dios y el Cordero Sacrificado (prefigura de lo que habría de venir) En la Adoración Mesiánica los nombres del Santo de Israel y del Cordero son claramente glorificados en El Único Sacerdote Jesús, sin estos elementos no hay verdadera adoración 

El significado de la adoración: 

El Antiguo Testamento nos presenta varios modelos de adoración. Uno de los más claros se encuentra en Isaías 6:1-8, donde el profeta relata la visión de una escena de adoración celestial. Este pasaje nos presenta un programa, inclusive una orden de adoración. 

El capítulo comienza con la visión de Dios en su trono celestial y en su entorno reinan la belleza, el poder, la majestad y la reverencia. Aquí se nos enseña el porqué de nuestra adoración: es la respuesta a la presencia divina y a su llamado a adorar. 

Los salmos y los textos de alabanza y adoración tradicionales de Israel-- nos muestran el cómo de la adoración: con gozo y reverencia. Esta idea se repite una y otra vez con frases tales como: 

"Venid, aclamemos alegremente al Señor .... Venid, adoremos y postrémonos" (Salmo 95:1, 6). 

No es fácil encontrar el equilibrio entre el gozo y la reverencia en la adoración. Nuestras Eucaristías a menudo enfatizamos uno en detrimento del otro. Se nos hace difícil hallar la forma de combinar los dos. Nos cuesta ser reverentes y al mismo tiempo alegres. Pero eso es lo que Dios nos pide cuando le adoramos. Hemos confundido solemnidad con tristeza y gozo con bulla. 

La Biblia también presenta la adoración como una actividad integral. Los adoradores deben acercarse a Dios con su Ser entero es por eso que la Liturgia cuenta con gestos, posturas, incienso que se huele, campanas que nos llaman. La adoración bíblica requiere del espíritu, la mente y los sentidos. Según (Isaías 6), la adoración incluye la vista, el oído, el olfato y el tacto. Este mismo es el concepto de las Iglesias Católicas Orientales, los latinos no habremos reducido la Liturgia a un simple acto cultual de donde hemos separado el Espíritu?. 

La adoración también es un acto Comunitario dado a Dios como un grupo de creyentes. Esto implica una dimensión vertical y otra horizontal tal como la Cruz que nos une al cielo. En la adoración, a menudo interactuamos con las personas de manera limitada; sin embargo, la verdadera adoración debe acercarnos no sólo a Dios sino también a los otros creyentes. 

Es un falso concepto de adoración el de una multitud junta pero aislada en una oración personal. En la verdadera Adoración los creyentes claman al cielo su alabanza y sus peticiones, eso no es lo que nos muestra el Apocalipsis donde se muestra a la Congregación Celestial adorando al unísono y coralmente al Cordero y al que está sentado en el Trono de Dios. Debido a que nuestras iglesias son cada vez más grandes y multiculturales esto representa un desafío, pues cada grupo desea expresar la adoración a su manera y en ningún modo podemos perder nuestra catolicidad por individualidad. 

Cuando nos reunimos a adorar, necesitamos saber a quién estamos rindiendo culto. La adoración no es para nosotros mismos. La adoración es para Dios y a Dios. Es una actividad centrada en la divinidad, totalmente enfocada en El (ver Salmo 9:1, 2). No venimos principalmente a adorar para recibir bendiciones, para aprender algo, o para estar en comunión fraterna: el propósito principal de la adoración es venir a Dios, darle gloria y hablar de sus proezas. Este es uno de los errores más grandes del protestantismo el haber reducido sus cultos a una especie de “seguro social divino” a donde asistimos a ver “que nos cae del cielo”. Eso Tampoco es adoración. 

La adoración es, por lo tanto, una experiencia en comunidad: Dios inicia un llamado (Cf Salmo 50). “Que todo lo que respire alabe al Señor, ¡Aleluya! y en adoración , los adoradores le responden. ¡Amen ven Señor Jesús ¡ 

+++ Bendiciones.


domingo, 13 de octubre de 2019

La Noche Oscura de la Iglesia


El mismo Periplo que vivió el Pueblo de Israel al atravesar el desierto en búsqueda de la tierra prometida; lo vivirá la Iglesia, de la misma forma como lo vivió Jesús hecho hombre al pasar por este mundo. Un éxodo,una pascua,un destierro, una traición por la infidelidad de su Pueblo y la ignominia sufrida por adorar a falsos Dioses. 

Hoy la Iglesia y el mundo yace en tinieblas bajo el poder del maligno<< Todos los días estaba yo en el templo con vosotros y no me pusisteis las manos encima. Pero ya es vuestra hora y el poder de las tinieblas.>> (Cf Lc 22,53). Sufre la noche oscura de su Jueves Santo. También la Iglesia se angustia como el Señor en el huerto de los olivos sudando gotas de sangre (Lc 22 39, 46). Y mientras tanto, los sucesores de los Apóstoles, en su inmensa mayoría (Prelados, Sacerdotes y fieles); duermen, Callan y se esconden como cobardes infames muchos son una vergüenza. 

El Jueves Santo por la noche, después de cenar con sus discípulos, después de instaurar la santa misa, después de instituir el sacramento del orden sacerdotal, Jesús se va a rezar al Huerto de los Olivos. Sus discípulos lo acompañan, pero se quedan dormidos. Judas Iscariote, uno de los Doce, había salido del cenáculo para consumar la traición y vender al Maestro por unas monedas de plata. Judas traiciona al Señor. El señor Anuncia la negación de Pedro y lo niega tres veces que conozca a Cristo. Jesús lo mira con misericordia y le dice: (Cf Lc 22,31,32). Simón, Simón Sábete que satanás ha solicitado el poder para cribaros como trigo yo he rogado por ti para que tu fe no desfallezca y tu cuando hayas vuelto confirma a tus hermanos. 

Los demás discípulos huyen y se esconden por miedo. Y Hoy se repite esa noche oscura. El catecismo de la Iglesia Católica (CIC); lo confirma,  La Iglesia debe sufrir la misma Pascua que su Señor.  (CIC #677): La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección (cf. Ap. 19, 1-9). El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia (cf. Ap. 13, 8) en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal (cf. Ap. 20, 7-10) que hará descender desde el cielo a su Esposa (cf. Ap. 21, 2-4). El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio final (cf. Ap. 20, 12) después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa (cf. 2 P 3, 12-13). 

Otros son Judas y traicionan a la Iglesia y la venden al nuevo orden mundial, a los ricos y poderosos de este mundo, a los masones y a los comunistas; y lo hacen por un puñado de monedas. Son asquerosos traidores, indignos y malditos. Y su fin está cerca. ¡Hijos de Satanás!.  Estamos rodeados de cobardes y traidores. Unos se esconden y callan por miedo, porque son asquerosamente cobardes; los otros inventan una nueva iglesia que es la iglesia de Judas Iscariote: la iglesia que traiciona a Cristo, a su santa doctrina; la iglesia que desprecia los mandamientos; la iglesia que odia a Cristo. Es una iglesia de Satanás: no de Cristo. Es la iglesia de la Serpiente, de la Cola Serpentina. 

Ya pablo nos lo anuncio y advirtió en la carta a Timoteo: “Porque llegará el tiempo en que los hombres no soportarán más la sana doctrina; por el contrario, llevados por sus inclinaciones, se procurarán una multitud de maestros que les halaguen los oídos y se apartarán de la verdad para escuchar cosas fantasiosas.” (2Timoteo 4). 

La impostura religiosa está ante nuestros ojos. Estamos asistiendo al triunfo aparente de los impíos. Se está ofreciendo una solución ilusoria a los problemas del mundo al precio de la apostasía de la Verdad. Para dar esa solución aparente hay que dinamitar la moral de la Iglesia de Cristo, hay que decir que no hay pecados, que no hay infierno, que no hay condenación, que se puede comulgar en pecado mortal, que todas las religiones son iguales, que todos pueden comulgar y recibir el Sacratísimo Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo, abriendo las puertas a todo sacrilegio y toda blasfemia. 

Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el “misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. (CIC #675)

Las Sagradas Escrituras, El magisterio bimilenario de la iglesia, la Sana Doctrina y El catecismo de la iglesia católica son la brújula que nos lleva a puerto seguro en medio de este oscuro Temporal; porque Jesús guía la Barca de Pedro que “parece Sucumbir”. Jesús está con nosotros y creemos en sus promesas. La Iglesia Católica, la Santa Iglesia de Cristo, tiene que ser despreciada, acorralada, encarcelada, torturada, humillada; tiene que recorrer el camino del calvario y cargar con la cruz. Y finalmente, debe ser crucificada, muerta y sepultada. 

«No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual serán los que conviven con él. «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. (Mt 10:34-39).


La hora del Combate decisivo se acerca:

(Jesús en el Huerto de Getsemaní).

La Iglesia de Cristo debe morir como su Señor para resucitar con Él. Porque el poder del Infierno no prevalecerá. El Sagrado Corazón de Jesús triunfará y María, nuestra Madre, pisará la cabeza de la Serpiente y acabará triunfando sobre el poder de Satanás. Todo contribuye al bien de los que aman a Dios. Nosotros esperamos contra toda esperanza. Porque nuestra única esperanza es Cristo. Y Cristo es el Rey del Universo. 

Y les dijo: «Cuando os envié sin bolsa, sin alforja y sin sandalias, ¿os faltó algo?» Ellos dijeron: «Nada.» Les dijo: «Pues ahora, el que tenga bolsa que la tome y lo mismo alforja, y el que no tenga que venda su manto y compre una espada; porque os digo que es necesario que se cumpla en mí esto que está escrito: "Ha sido contado entre los malhechores." Porque lo mío toca a su fin.» Ellos dijeron: «Señor, aquí hay dos espadas.» Él les dijo: «Basta.» (Lc 22:35-38). 

Pidámosle al Señor que reúna a todos los combatientes de su Ejército contra los enemigos de Dios y de su Iglesia. Lucharemos y no nos rendiremos. Hemos vendido el manto y hemos comprado la espada que es su Santa Palabra. Somos soldados de Cristo. Combatimos bajo su bandera, que es la Santa Cruz. No tememos nada. El martirio sería nuestra gloria por la gracia de Dios. 

¿Por qué nos ha tocado a nosotros vivir este momento de la Historia, estos tiempos de apostasía clamorosa? Cristo es el Señor de la Historia y Él nos ha dado la vida a nosotros para que seamos sus testigos en estos tiempos. Demos gracias a Dios por habernos escogido. Demos gracias a Dios siempre. Que nuestra vida sea para gloria de nuestro Creador, de nuestro Hacedor y Señor. 

Ojalá el Señor acepte mi vida en reparación por tantos pecados y por la conversión de los herejes y apóstatas que quieren cambiar la Santa Iglesia de Cristo por la falsa iglesia de Judas Iscariote. 

¡Oh Sagrado Corazón de Jesús, infinitamente compasivo con los desgraciados, ten piedad de nosotros, pobres pecadores, y concédenos la gracia de la santidad que te pedimos por medio del Inmaculado Corazón de María, nuestra Madre!, Así sea. 


+++ Bendiciones

viernes, 30 de agosto de 2019

El Ciego de Betsaida


Llegaron a Betsaida, y le llevaron un ciego, rogándole que lo tocara. Tomando al ciego de la mano, le sacó fuera de la aldea, y, poniendo saliva en sus ojos e imponiéndole las manos, le preguntó: ¿Ves algo? Mirando él, dijo: Veo hombres, algo así como árboles que andan. De nuevo le puso las manos sobre los ojos, y al mirar se sintió restablecido, viendo todo claramente de lejos. Y le envió a su casa diciéndole: Cuidado con entrar en la aldea. (Mc 8: 22,26) 

Para esta reflexión en cuestión citare algunos apartes del Padre Alfonso Gálvez en su libro <<la Fiesta del Hombre,la Fiesta de Dios>>. En este versículo del Evangelio está resumida la historia de todo apostolado. Llevaron un hombre hasta Él; y eso es el apostolado: llevar hombres al Señor. Claro que Dios no nos necesita para “estar en contacto con los hombres”, pero de hecho ha querido hacerlo así, y éste es el fundamento de toda la doctrina sobre el apostolado. Pero es que, además, este hombre que es conducido hasta el Señor está ciego. Por eso hay que llevar los hombres a Él, porque están ciegos, para que vean, porque Él es la luz (Jn 1:9), y porque el que no le sigue anda en tinieblas (Jn 8:12; 12:46; 1 Jn 1:7).

Los que llevaban al ciego lo hacían para que lo tocara, para ponerlo en contacto con Él, que es el objeto y el fin de todo apostolado. Y para conseguirlo rogaban al Señor. Porque está determinado que sea inoperante todo apostolado que no vaya acompañado de la oración. El ciego fue conducido hasta el Señor. Ya hemos dicho que en eso consiste el apostolado. 

Efectivamente, el cristiano tiene que hablar de su Señor y es de suponer que, para ello, primero le hablarían del Señor al ciego de Betsaida y este se dejó convencer y permitió que lo llevaran ante el Señor, seguramente porque le hablarían de Él con ilusión. La Fe es fundamental cuando se trata de dar un testimonio del Señor. Los que hablaron del Señor al ciego estarían convencidos de que era el único que podía curarlo; quizás hasta lo habían experimentado consigo mismo o en otros muy próximos a ellos. El apostolado no puede hacerse si no es con la Fe, lo que es tanto como decir con un gran amor y una gran confianza en el Señor. De otro modo los hombres nunca se dejarán convencer, y por eso fracasan tantos apostolados.

Por el contrario, el Señor nos advirtió que nuestras lámparas deben estar siempre ardiendo, (Lc 12:35) y Él mismo hacía arder el corazón de sus oyentes cuando hablaba. (Lc 24:32; Jn 7:46). Sin duda que el Señor desea que el apostolado se haga de manera audaz, entrometida, incluso violenta en la negación de sí mismos y seguirlo, con la dulce violencia del amor que sabe siempre respetar la libertad. Así, por ejemplo, en la parábola de la gran cena, dice expresamente el amo al siervo cuando lo envía a buscar nuevos comensales: Sal a los caminos y a los cercados, y obligarlos a entrar, para que se llene mi casa de convidados. (Lc 14:23). 

La expresión de<< obligarlos a entrar es del mismo Señor>>, aunque empleada ahora no dejaría de escandalizar a ciertos ecumenistas y a otros. Son muchos hoy en la Iglesia los que han perdido la ilusión por el apostolado, quizás porque han perdido la ilusión por su fe. Y éstos quieren exigir de los demás una actitud neutra con respecto al apostolado, como si eso fuera lo verdaderamente evangélico, y sin tener en cuenta que esa actitud está muy lejos de ser compartida por las otras confesiones cristianas y mucho menos por el ateísmo militante.

La tragedia de muchos sacerdotes, Laicos y Religiosos de ahora es la de haber perdido la ilusión por su ministerio, después de haber dejado perder la vida interior. Su actitud es contraria a la de los primeros apóstoles, que se dejaron el servicio de” las mesas” para dedicarse a la oración y al ministerio de la palabra, (Hch 6:24). mientras que los Laicos y Religiosos sacerdotes dejan la oración y su ministerio para dedicarse al servicio de las mesas.

Los primeros discípulos aplicaron a la actitud que veían en el Señor la cita del salmo: El celo de tu casa me consume. (Sal 69:10, citado en Jn 2:17). Lo que no parece estar muy de acuerdo con la actitud neutralista que algunos querrían ver en el apostolado.

Deberíamos pues, hablar del Señor con la misma ilusión con que Andrés comunicó la noticia a su hermano Simón, o Felipe a Natanael: (Jn 1:41.45-46). ¡Hemos hallado al Mesías. . .! Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la Ley y los Profetas, a Jesús, ¡el hijo de José de Nazaret. ....! Palabras que parecen llegar hasta nosotros vibrando de alegría llenas de ilusión. No hubo necesidad de repetírselas ni a Simón ni a Natanael; algo había en la expresión del rostro, y en el tono de voz de sus amigos, que les llenó de admiración y de curiosidad, y se decidieron a seguirles enseguida.

Lo que no deja de ser admirable, porque tanto Andrés como Felipe sabían en aquel momento muy poco de Jesús, como lo prueba el hecho de que acaban de conocerle y de que le llaman Mesías, pero también el hijo de José de Nazaret. Algo está muy claro, sin embargo: que le han entregado ya su corazón. Y ahí está el secreto del apostolado. Ni los conocimientos rudimentarios de los apóstoles noveles, ni sus defectos, ni sus imprudencias primerizas, importarán demasiado mientras vaya por delante la entrega del corazón. 

<<Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos a vosotros>> (1 Jn 1:3). decían los primeros apóstoles. De ahí la alegre espontaneidad de las palabras de Andrés y de Felipe diciendo que habían encontrado al Señor. Por esto ¿qué es lo que han encontrado ciertos apóstoles de ahora para que lo puedan anunciar?: Es necesario que el apóstol haya encontrado primero al Señor. No se puede hablar de Él con ilusión sin llevarlo en la propia vida. Sólo así la vida de Jesús podrá manifestarse en nuestro tiempo y a través de la nuestra (2 Cor 4: 10,11).

Los hombres del Evangelio rogaban al Señor para que tocara al ciego. Lo llevan, efectivamente, para ponerlo en contacto con Él, porque están convencidos de que es la única solución. Que es esta la acción que ha de perseguir todo apostolado: poner a los hombres en contacto con el Señor. Para que los hombres sientan la alegría, hasta ahora insospechada para ellos, de la intimidad con el Señor: o que hemos visto y oído os lo anunciamos a vosotros. . ., para que viváis en comunión con nosotros. . ., para que vuestro gozo sea completo. (1 Jn 1: 34). 

Es Increíble la intimidad que ya había sido anunciada por el Señor:<< Ya no os llamaré siervos, sino amigos. . .>> (Jn 15:15). Y cuando rogó al Padre en la gran oración sacerdotal: <<Para que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, para que también ellos sean en nosotros. . . Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno.>> (Jn 17: 21.23).

<<Tomando Jesús al ciego de la mano >>.
Al dejarse conducir por el Señor ya había dejado, en cierto “modo”, de ser ciego, según aquello del mismo Señor: El que me sigue no anda en tinieblas. (Jn 8:12). Aún no veía aquel hombre, pero ya se había puesto en el buen camino. Tuvieron que caminar un cierto espacio, durante el cual el ciego se confió al Señor. Ni hizo preguntas el ciego ni puso condiciones: se puso en las manos del Señor y se dejó conducir por El. Es imposible salir de la ceguera si no nos decidimos a seguir al Señor adonde quiera llevarnos, incluso aunque de momento no reconozcamos el camino ni comprendamos el porqué.

“Le sacó fuera de la aldea”:
La mucha gente y los tumultos no son lo mejor para ver claro. El Señor deseaba quedarse a solas con el ciego. La ceguera del espíritu requiere silencio para su curación, y necesita de la intimidad serena con el Señor. Pero si se ha llegado a un cierto grado de ceguera hay que procurarse entonces una mayor soledad y un mayor silencio, si es que se quiere volver a ver con claridad. Y para eso hace falta retirarse del tumulto y del ambiente de cada día, sin que sea suficiente la oración ordinaria. Será necesario retirarse, y, olvidándose de los trabajos de siempre, enfrentarse con el único problema, con la Verdad que sólo nos habla en el silencio: 

Pasó un viento fuerte y poderoso que rompía los montes y quebraba las peñas; pero no estaba Yahvé en el viento. Y vino tras el viento un terremoto; pero no estaba Yahvé en el terremoto. Vino tras el terremoto un fuego, pero no estaba Yahvé en el fuego. Tras el fuego vino un ligero y blando susurro, y allí estaba Yahvé. (1Re 19 11,12).

El silencio habrá que procurarlo por dentro no menos que por fuera. La imaginación y la capacidad de pensar se pueden ver bloqueadas por la terrible estridencia que llega desde el exterior, a la vez que el martilleo de los medios de comunicación y el exceso de información pueden acabar con la serenidad interior.

<<Mirando él, dijo: Veo hombres, algo así como árboles que andan. De nuevo le puso las manos sobre los ojos, y al mirar se sintió restablecido, viendo todo claramente de lejos>>.

El que había sido ciego comenzó a ver las cosas, pero sólo confusamente como “Arboles”, hasta el punto de que tuvo que actuar de nuevo el Señor para que acabara viendo claramente. Si nos encontramos con el Señor, y nos dejamos guiar por Él, se ha producido ya la conversión. Pero luego tiene que transcurrir una larga etapa, hasta que lleguemos a ver las cosas con sus contornos claros, es decir, hasta que vayamos adquiriendo criterios sobrenaturales; sólo cuando se van viendo las cosas como Dios las ve es cuando se va conociendo la realidad como es. Esta segunda etapa, a diferencia de la primera que es más o menos instantánea, dura en realidad toda la vida, y necesita como elementos para desarrollarse: la oración, el estudio, la dirección espiritual, la paciencia, la tenacidad; en realidad supone todo el esfuerzo de una vida por llevar a cabo la transformación en Cristo.

Pero se llega a ver con gran claridad cuando se llevan, así las cosas, porque se ven como Dios las ve. Un cristiano serio, aunque no sea ni medianamente culto, llega a juzgar de las cosas con gran sentido común: al fin y al cabo, el Señor daba gracias al Padre porque había ocultado estas cosas a los sabios y prudentes del mundo y las había revelado a los pequeños (Mt 11:25).

El que fue ciego de Betsaida llegó a ver las cosas claramente y de lejos. De donde podemos pensar que aquel que se deja guiar por el Espíritu llega a ver las cosas con perspectiva, incluso de futuro, y con gran claridad. Lo que se fundamenta en unas palabras del mismo Señor: 

<<Cuando viniere Aquél, el Espíritu de verdad, os guiará hacia la verdad completa, porque no hablará de sí mismo, sino que hablará lo que oyere y os comunicará las cosas venideras.>> (Jn 16:1313). Según esto, el Espíritu comunicará también las cosas venideras. Aquí no se trata seguramente del carisma de profecía, sino de aquel sentido de conocer y juzgar con rectitud, también hacia atrás y hacía adelante, que posee todo cristiano y que es un efecto de la unción recibida del Santo (1 Jn 2: 20.27). 

Este espíritu de discernimiento es muy importante en el hecho cristiano. Sirve para distinguir la verdad del error, y tiene en nuestro tiempo tanta importancia cuanta pueda tener el hecho de que, con demasiada frecuencia, el contenido de la fe se presenta falsificado. Cito palabras textuales del Padre Alfonso Gálvez:

<<Existen muchos malos pastores que engañan a los simples fieles. Malos pastores que, a su vez, han llegado al engaño por muchos caminos: el auge de la filosofía marxista, la crisis de fe, la deserción de tantos cristianos y la llamada traición de los clérigos son temas del día. Esta deserción ocurrió en el momento en que se hizo posible porque alguna parte de la Jerarquía había bajado la guardia. Algunas decisiones tomadas a raíz del Concilio Vaticano II como la supresión de la Sagrada Congregación del Santo Oficio, o del índice, fueron interpretadas por algunos en el sentido de que se había abierto la puerta a un relativismo doctrinal y moral, a la vez que muchos Pastores eran afectados de un extraño complejo de permisivismo y un mal entendido concepto de la libertad >>. 

Es posible que llegue el día en que la Iglesia tenga que reconsiderar disposiciones de carácter disciplinar que se tomaron por entonces. Pero sea de ello lo que fuere, es cierto que la Iglesia no puede ser Madre y Maestra de la verdad sin señalar rutas y sin advertir de los caminos extraviados. El Nuevo Testamento da por sentado el deber de vigilancia de los Pastores, y en el sentido más estricto. Y no parece que sea suficiente con que los Pastores impartan luminosas enseñanzas, sino que hará falta también una tarea de gobierno. Los Pastores también tendrán que apartar a los fieles de los pastos peligrosos.

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La donación gradual de la vista al ciego es un ejemplo de la manera de actuar en nosotros la pedagogía divina. Dios nos va enseñando y nos va conduciendo hasta Él a través de toda una vida; no podía ser de otro modo, dada nuestra natural forma de ser. 

La iluminación y la transformación totales e instantáneas no se dan, y hay que sufrir más bien dolores de parto hasta que Cristo se forme totalmente en nosotros (Ga 4:19). Dolores de parto que en realidad dura toda la vida: por eso el día del nacimiento a una nueva vida es el de la muerte, y no el del bautismo. Durante toda la vida somos discípulos (Mt 10:24; Lc 14: 26,27) y caminantes. Por eso no podremos abandonar nunca los medios de formación, ni tampoco considerarnos jamás maestros (Mt 23:8). 

La carrera sólo está terminada cuando se llega a la meta (2 Tim 4:7); sólo entonces Cristo se habrá terminado de formar en nosotros, y sólo entonces, como el ciego de Betsaida, veremos con claridad (1 Cor 13:12), sin confundir a los hombres con árboles, sino viendo las cosas como son, en la luz de Dios y por toda la eternidad. 

Mientras tanto nuestra condición de caminantes nos impone la paciencia, sin la cual nunca llegaríamos a ver realizado el plan que Dios se había trazado con nosotros (Lc 21:19); con ella podremos soportar las deficiencias propias y ajenas, las tentaciones, los sufrimientos y, sobre todo, la espera. Aceptar la condición de discípulo para siempre supone aceptar también para siempre la oración, la dirección espiritual, el estudio o la corrección fraterna. Aceptar para toda la vida la condición de caminante, de hombre que aún no ha llegado a la meta, es prueba de humildad, y en último término de amor. Eso significa aceptarse como niño y reconocerse como niño, lo que es condición indispensable para entrar en el Reino de los Cielos (Mt 18:3). 

En realidad, mientras dura el día de nuestra vida sólo nos queda el caminar (Jn 9:4), sin detenernos nunca, levantándonos cada vez que caigamos, lo que hará que ni siquiera las mismas caídas sean tropiezos (Jn 11:9). Sólo en el atardecer del día de nuestra vida seremos examinados acerca de si hemos aceptado nuestra condición de caminantes, de niños, de discípulos que dieron cabida al amor (Mt 20:8).

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El Señor fue el primer hombre que vieron los ojos ya abiertos del que fuera ciego. Es de suponer que siempre sentiría la nostalgia de aquel rostro, el primero que vieron sus ojos, y que ningún otro igualaría después. Por eso el Señor le serviría de modelo, para medir a todos los hombres según aquel primero que había visto. Realmente empezamos a conocer a los hombres cuando hemos empezado a conocer al Señor; ya San Agustín nos había advertido de la necesidad de conocer al Señor para poder conocernos a nosotros y conocer a los demás. 

El misterio del hombre sólo se puede aclarar a la luz del misterio del Hombre Dios. Y le envió a su casa Le envía a su casa, de nuevo entre los hombres. Ahora tendrá que trabajar, vivir su propia vida, la que Dios quería para él. No entra en los planes de Dios que alguien abra sus ojos a la luz para quedarse con ella (Mt 5: 14,16). Ahora le envía a trabajar, para que no vaya a desertar de aquella gran aventura que es la vida de cada uno vivida en el Señor. Los que antes habían sido ciegos, y ahora ven, no son separados del mundo; al contrario, son enviados a su casa, al trabajo, a la vida de cada día, a vivir entre los hombres, a darles testimonio en una lucha que durará hasta el final. El ciego de Betsaida fue conducido hasta el Señor; pero ahora tendrá que caminar solo, sin lazarillo que le libre de la responsabilidad de sus propios pasos. Entre los de su casa y en el mundo es donde tendrá que derramar ahora la luz que ha recibido. (Jn 12:35): Caminad mientras tenéis luz.

<<Y le dijo: ¡Cuidado con entrar en la aldea!>>
Parece como si el Señor no deseara que el antiguo ciego expusiera en los mercados del mundo la maravilla que en él se había realizado. Hay en el mundo mucha curiosidad vana, dispuesta a ver y oír, pero no a creer en las obras del Señor. Cuando el que fuera ciego intente contarlo, ante la multitud de curiosos de mala fe, no le creerán; estarán dispuestos a buscar interpretaciones torcidas y a aceptar explicaciones extrañas, pero nunca lo que es claro, sencillo y evidente. Con ello el ciego que lo fue perder a su tiempo, e incluso la alegría de haber recuperado la vista, pues los hombres son muy capaces de acabar con su gozo.

Habrá que tener mucho cuidado para no exponer las obras de Dios a la voracidad de los perros (Mt 7:6; 15:26). El apostolado requiere un mínimo de buena voluntad en los hombres a quienes se dirige; pero si ésta falta, debe ser interrumpido, y marcharse el apóstol a otro lugar (Mt 10:14), con la seguridad de que no agotará los lugares de trabajo antes de que Él venga de nuevo (Mt 10:23). 

El Señor se marchaba de un lugar, sin insistir más, cuando así se lo pedían. (Lc 8:37,39) Y hacerlo de otro modo sería perder el tiempo y la alegría, y hasta colaborar en que las cosas santas sean despreciadas y en que los hombres se vayan en contra el mismo apóstol y lo destrocen; el Señor lo advirtió claramente, casi con esas mismas palabras (Mt 7:6).

+++Bendiciones