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lunes, 2 de marzo de 2020

Catequesis II: Tratado de Los fenómenos místicos extraordinarios.


Nihi Per Daemoniu Nisi Demonstratum.("Nada tiene su causa en el demonio mientras no se demuestre lo contrario”). Esta regla no es perfecta ya que por ejemplo, aunque yo crea que una tentación tiene su origen en mí, puede proceder del demonio sin yo ni siquiera sospecharlo. Esto también es válido para cualquier otro ámbito en que lo externamente natural pudo tener su causa en una oculta intervención demoníaca.

No obstante, vienen más beneficios de seguir tajantemente esta regla que he expuesto que de dejarse llevar de una sospecha continua. Rotundamente hay que afirmar que lo natural tiene una causa natural. Un científico sólo puede achacar a causas no físicas sólo aquellos fenómenos que de ninguna manera se pueden explicar por causas de este mundo material. Eso sí, tampoco es más científico si a toda costa quiere explicar los hechos preternaturales con las leyes de este mundo.

Al continuar el presente tratado y de esta tercera fuente de fenómenos Preternaturales aparentemente místicos, hemos de contentarnos con someras indicaciones. No podemos desarrollar ampliamente un tema que contiene casi toda la Teología de los ángeles y que desborda los límites del presente estudio.

Noción de lo «preternatural». —Los teólogos designan comúnmente con el nombre de «preternatural» al sobrenatural relativo, de que hemos hablado más arriba. Es aquel que está fuera del orden natural ordinario y normal, pero que no trasciende en modo alguno el orden natural absoluto o simplemente. O en otra forma todavía más clara: es aquel que excede y trasciende alguna de las fuerzas en  nuestra naturaleza.

Es preciso tener en cuenta esta noción de «preternatural» cuando tratemos de señalar las causas de los fenómenos místicos. Lo preternatural —con relación a los hombres—lo constituye lo que es propio y natural en los ángeles buenos o malos. No olvidemos que fuera de este mundo material que conocemos por los sentidos existe otro mundo que escapa en absoluto a esta clase de conocimiento. Ese otro mundo, compuesto de criaturas inteligentes buenas o malas, ángeles o demonios, está en comunicación real, íntima y misteriosa con nosotros los habitantes de este mundo. Los habitantes de ese otro mundo están fuera de nuestro orden natural, en otra esfera distinta, en un plano completamente diferente. Es, con relación a nosotros, el mundo de lo preternatural.

Por eso—y lo advertimos de una vez para siempre—llamaremos «preternaturales»» con respecto a nosotros) a los fenómenos debidos a la intervención de los ángeles o de los demonios, y reservaremos el nombre de fenómenos «naturales» para designar los hechos que se producen, según las leyes ordinarias de la naturaleza, entre los habitantes de este mundo, del que formamos parte nosotros.

Doctrina teológica sobre los demonios. —He aquí, brevísimamente expuesta, la doctrina de la Iglesia sobre los demonios y las principales conclusiones a que han llegado los teólogos partiendo de los datos revelados:

1) Es de fe que existen los demonios, o sea, un número considerable de ángeles que fueron creados buenos por Dios, pero que se hicieron malos por su propia culpa.

2)Los demonios ejercen, por permisión de Dios, un maligno influjo sobre los hombres, incitándoles al mal y a veces invadiendo y torturando sus mismos cuerpos.

3)En medio de los asaltos y torturas de los demonios, la voluntad humana siempre permanece libre. La razón es porque—como explica Santo Tomás—la voluntad sólo puede ser inmutada de dos maneras: intrínseca o extrínsecamente. Ahora bien: sólo Dios puede moverla intrínsecamente, ya que el movimiento voluntario no es otra cosa que la inclinación de la voluntad a la cosa querida, y sólo Aquel que ha dado esa inclinación a la naturaleza intelectual puede inmutarla intrínsecamente; porque, así como la inclinación natural procede del Autor de la naturaleza, así la inclinación voluntaria no viene sino de Dios, que es el autor de la misma voluntad. Extrínsecamente, la voluntad puede ser movida de dos maneras:

a)Por Eficiencia: O sea, actuando sobre el mismo entendimiento y haciéndole aprehender el objeto como bien apetecible (y en este sentido sólo Dios puede mover eficazmente la voluntad, porque sólo Él puede penetrar directa e intrínsecamente en el entendimiento).

b)Por Ineficiencia: Es decir, a modo de simple persuasión y éste es el modo que corresponde a los ángeles—buenos o malos—y a los demás seres creados, que pueden influir sobre nosotros. El demonio, pues, sólo puede mover la voluntad extrínsecamente, esto es, ofreciendo a los sentidos externos e internos las especies de las cosas que incitan al mal o excitando el apetito sensitivo para que tienda desordenadamente a esos bienes sensibles; jamás inmutando intrínsecamente la misma voluntad.

Los ángeles buenos y los demonios pueden inmutar e influenciar intrínsecamente la imaginación y los demás sentidos internos y externos La razón es porque esta inmutación puede producirse por el movimiento local de las cosan exteriores o de nuestros humores corporales, y la naturaleza corporal obedece al ángel en cuanto a su movimiento local, como explica Santo Tomás.

Los demonios no pueden hacer verdaderos milagros, como quiera que éstos excedan por definición las fuerzas de toda naturaleza creada o creable. Pero como la potencia de la naturaleza angélica—que conservan íntegra después de su pecado—excede con mucho las fuerzas naturales humanas, pueden los demonios hacer cosas prodigiosas, que exciten la admiración del hombre en cuanto que sobrepasan sus fuerzas y conocimientos naturales.

El demonio, pues, tiene una potencia natural muy superior a la del hombre y puede obrar con ella cosas prodigiosas, que, sin ser verdaderos y propios milagros, exciten la admiración de los hombres y planteen verdaderos problemas para el discernimiento de esos fenómenos en su relación con los naturales y los sobrenaturales. En su lugar señalaremos las principales reglas de discernimiento en cada caso; pero bueno será que ya desde ahora adelantemos, en sintética visión de conjunto, lo que el demonio no puede hacer de ninguna manera por exceder en absoluto sus fuerzas naturales y lo que de suyo no excede su capacidad y potencia natural, y podría por lo mismo realizar con la permisión divina.

¿Qué es la influencia externa? :

La influencia externa es la situación en la que un demonio asedia de forma continuada a una persona. Este asedio puede durar días, semanas o meses. En la influencia externa, si mueve cosas en el lugar donde está la persona, o provoca ruidos u olores, esto puede ser percibido por otros testigos y no sólo por la persona que sufre ese asedio. En la influencia interna, el demonio provoca visiones o sensaciones pero que sólo son vistas o sentidas por la persona que sufre esa influencia.

Contra la influencia externa la propia oración del interesado es sumamente eficaz y muchas veces basta para acabar con este fenómeno. Cuanto más asista a misa, vaya a la iglesia, use de agua bendita y haga actos de piedad, más insufrible hará al demonio el estar a su lado. Si bien hay casos en que esta influencia externa es usada por Dios.

¿Qué es la influencia interna?:

La influencia en general es el fenómeno por el que un demonio ejerce cierta influencia sobre el cuerpo, la mente o el espíritu de una persona. En este tipo de ataque demoníaco el mal espíritu no llega a poseer el cuerpo de la persona, de forma que no habla a través de él. Y si llega a mover algo el cuerpo durante las oraciones (por ejemplo, las manos), la persona está consciente. Pero cuando hay una influencia interna el movimiento del cuerpo, si lo hay, es ligero: la persona se pone rígida, agita los brazos, pone caras extrañas, pero no pasa de estos signos externos.


Fuente Grafico: Summa Demoniaca padre Antonio Fortea

La influencia interna puede ser sobre el cuerpo provocando determinadas enfermedades sobre la mente, provocando una influencia del demonio sobre las potencias del alma induciendo de forma obsesiva a determinados vicios o pensamientos obsesivos.

Cuando se ora por una persona que tiene una influencia la reacción es distinta a la de la posesión. La persona siente un malestar general que acaba concretándose en un lugar concreto del cuerpo. O bien la persona acaba no pudiendo controlar la tensión que le provoca la oración, y hace movimientos extraños con los miembros, pero sin perder la consciencia. En otras ocasiones la influencia se manifiesta por la tremenda crispación que se manifiesta en manos o cara, crispación que suele ser la fase previa a la manifestación de la posesión, pero que en estos casos nunca se pasa de esta fase previa, es decir, nunca se llega a producir el trance. Y no se produce el trance porque no hay posesión del cuerpo, sino sólo una influencia sobre éste.

Para los casos de influencia interna, la persona tiene que recibir oración de liberación. Bien sea hecha por el sacerdote para que le libere de esa influencia, o bien sea hecha por un grupo de laicos que oren por él. Siempre es preferible la oración comunitaria a la de una sola persona, pues el poder de la oración se suma.

Hay que añadir que cuanto más leve es la influencia del demonio sobre una persona más difícil es discernir si hay de verdad algo demoníaco o no. Pues en materia de discernimiento de las influencias demoníacas, es donde el sacerdote suele estar más a expensas de lo que le diga el que las sufre. La posesión suele tener una manifestación más clara, más perceptible. La influencia demoníaca mucho menos. Y cuanto más leve, más difícil.

Cuando alguien me viene a ver para consultarme qué es lo que tiene y veo que como mucho hay sólo una influencia demoníaca, y que hasta esto no está claro, suelo decirle: mire, en materia de posesión hablo con seguridad, si le digo que está poseso es que lo está, pero cuando sólo hay una influencia no puedo dictaminarlo con la misma seguridad, porque yo sólo juzgo por lo externo. Tras eso le doy consejos espirituales y le digo que cuanto más se fortalezca en la vida espiritual menos poder tendrá el demonio sobre él.

No obstante, en otros casos la influencia demoníaca sobre el cuerpo o la mente de una persona es patente e inequívoca a juzgar por los datos que he dado antes. En esto, como en el discernimiento de la posesión, la experiencia lleva a poder dictaminar con total seguridad en los casos en que ese nivel de certidumbre es posible. No siempre es posible esa seguridad, pues la posesión supone eso: una posesión sobre éste.

¿Cuál es la diferencia entre influencia externa e interna?
En esta distinción conviene profundizar y distinguir bien. Pues en este campo de las influencias se hallan la mayor parte de las personas que atiende un exorcista. Casos de posesión hay pocos, pero casos de influencias muchos. En la influencia externa el demonio está fuera, en la influencia interna el demonio está dentro. Esa es la diferencia radical entre ambos fenómenos.

En un caso de influencia externa la persona nunca dará ningún signo. Ni entrará en trance, ni se sentirá mal, ni nada, porque está fuera. En la influencia interna sí que hay signos, porque está dentro. Es decir, cuando el sacerdote ora por la persona, ésta siente que se le mueven los parpados, se le ponen los ojos en blanco, o se le mueven las manos, o comienza eructar, o tiene ganas de vomitar, o siente dolor en una parte del cuerpo. Se le llama influencia interna, porque al mal espíritu se le siente dentro cuando se ora por esa persona. Y, además, cuando es liberada, siente a ese espíritu que va subiendo y que sale por la boca.

La influencia externa o Vejación   la puede padecer un santo. Ejemplo de influencia externa es el cura de Ars arrastrado por el demonio por el suelo de la habitación. Y no sólo santos, por ejemplo, una persona que ve que las cosas se mueven, o las puertas que se abren. Cambia de lugar y el fenómeno le persigue. Ejemplo de influencia externa, es la noche oscura del espíritu que sufren las personas que se dedican a la oración, o una crisis de escrúpulos que puede durar meses, o terribles tentaciones de desesperación a pesar de una intensa vida espiritual.

Mientras que en la influencia el demonio está dentro, pero sin poseer. La influencia en el cuerpo produce enfermedades, la influencia en la mente es una persistente idea, temor o impulso que el demonio que está dentro introduce en la mente de la persona. Si el demonio estuviera fuera sería una tentación. Pero cuando está dentro la influencia es mucho más intensa y persistente que cuando está fuera.

Es mucho más fácil acabar con la influencia externa que con la influencia interna. En la influencia externa con pocas oraciones, del tipo que sean, el demonio se ve obligado a alejarse. A no ser que sea una influencia externa que Dios permite para edificación del alma, como es el caso de la noche oscura. En los casos en los que la influencia externa es permitida como parte de una etapa de la evolución espiritual de la persona, las oraciones no acabarán con esa influencia externa.

Para muchos sacerdotes, incluso dedicados a este campo, estos tres fenómenos (posesión, influencia externa e interna) forman un gran dilema en el que no acaban de distinguir lo uno de lo otro. Pero si se ven muchos casos, las características de cada fenómeno aparecen perfectamente delimitadas.

+El Demonio clausus, es el que no habla,
+El Demonio apertus, es el que habla y se manifiesta abiertamente.
+El Demonio abditus, es el que está dentro pero no da ningún signo de estar.

¿Cómo sabemos entonces que está dentro un demonio abditus? Pues porque en algún momento ha manifestado su presencia, dando pruebas de que lo que padecía esa persona era de naturaleza demoníaca. Para cada fenómeno demoníaco que pueda acaecernos, hay un tipo de oración específica:

+Para la tentación, está el mandatum.
+Para la influencia interna, está la oración de liberación.
+Para la posesión, está el exorcismo.
+Para la infestación, está la Oración de Liberación o el exorcismo de la casa.
+Para la influencia externa, el único remedio es el aumento de la vida de oración.

Siempre que seamos tentados, podemos ordenar al demonio que se marche en el nombre de Dios. Pero si la influencia es externa porque un demonio nos asedia, lo único que podemos hacer es aumentar nuestra vida espiritual, para que la oración, la gracia, y la luz de la que se llene nuestra alma, le alejen a ese demonio.

¿Qué es el mandatum? :

 El mandatum es la orden dada privadamente y de modo puntual ordenándole al demonio en el nombre de Cristo a que se aleje. Cuando una tentación se prolonga y es de una gran intensidad, cualquier persona en silencio, en su interior, puede dar la orden al demonio de lujuria, de tentación contra la esperanza, o contra la fe, etc., que se aleje. Por poner un ejemplo basto con que mentalmente le ordene: en el nombre de Jesús, espíritu de rencor aléjate. Ese mandatum practicado una sola vez y con fe, suele dar resultados tan inmediatos como sorprendentes.

Pero, aunque el mandatum aleja al demonio de forma automática, posteriormente puede volver. Y la persona debe entender que la tentación forma parte integrante de su evolución espiritual. La tentación purifica y fortalece, y podemos tener la plena seguridad de que Dios no permitirá que seamos tentados más allá de nuestras fuerzas. La tentación es un combate espiritual, somos soldados de Cristo, y estas luchas invisibles son parte de nuestra prueba sobre la tierra. Los demonios tuvieron su prueba y nosotros tenemos la nuestra. Podemos evitar el pecado, pero no hay forma de evitar la tentación.

¿Qué es la oración de liberación?:

La oración de liberación es la oración que se hace para acabar con la influencia del demonio en una persona. Suele realizarse por parte de un sacerdote sólo o por un grupo de laicos (con o sin un sacerdote) que oran a Dios para la persona sea liberada de toda influencia demoníaca. Si en el exorcismo uno conjura al demonio, en la oración de liberación, por el contrario, la oración va dirigida a Dios. Si se trata de un grupo de la Renovación Carismática será utilísimo que el grupo ore en lenguas. Si alguien del grupo quisiera dirigirse al demonio directamente, esa persona debería tener autorización del obispo del lugar para hacer tal cosa. Para la oración de exorcismo se requiere una autorización para cada caso. Pero para que un grupo pueda hacer oración de liberación basta un permiso general del obispo para los casos que se presenten.

Habiendo dejado claro el tema de los permisos episcopales, hay que decir que, aunque haya algún momento en que se ordene al demonio salir de una persona, no es un exorcismo. No es un exorcismo primero porque no hay una posesión, segundo porque no se dirige uno al demonio en ningún momento, sólo se ora a Dios para que le libere de cualquier mala influencia. Aun en el caso de que se tenga ese permiso para dirigirse al demonio y ordenarle que salga, no es un exorcismo ni litúrgica ni jurídicamente hablando. Sino que se trata de una oración de liberación en la que se insertan unas órdenes al demonio. Pero si el grupo (o el que dirige ese grupo) carece de tal autorización episcopal, bastará orar a Dios para que sea Él el que destruya el poder del demonio sobre ese sujeto.

Las oraciones de liberación a veces logran su efecto en pocos minutos, pero en ocasiones pueden ser necesarias muchas sesiones. La influencia lejos de ser algo leve, puede ser un fenómeno muy persistente y con graves consecuencias en la salud de la persona. Por eso puede haber casos en que lo mejor sea que el sujeto se pase por uno de estos grupos una vez a la semana para que oren por él unos cuantos minutos cada vez: cinco minutos, diez o quince. En los casos de influencia el incremento de la vida de oración de la persona puede romper esas ataduras del demonio sobre su cuerpo y su alma.

¿Qué es la posesión? :

La posesión es el fenómeno por el que un espíritu maligno reside en un cuerpo y en determinados momentos puede hablar y moverse a través de ese cuerpo sin que la persona pueda evitarlo. El espíritu maligno no reside en el alma, ésta en toda circunstancia sigue siendo libre e incapaz de posesión alguna. Sólo el cuerpo es susceptible de sufrir posesión.

¿Cuáles son las características esenciales para diagnosticar una posesión? :

Los criterios diagnósticos que debería presentar un sujeto para que sospecháramos de posesión serían los siguientes:

1)Ante lo sagrado o lo religioso se da una gama de sensaciones que van, según el sujeto, desde el fastidio hasta el horror, desde la leve expresión de molestia hasta la manifestación de ira y furia.

2)En estos casos más extremos, el horror lleva a accesos de furia, acompañados normalmente de blasfemias o insultos dirigidos hacia el objeto religioso que se ha situado en la proximidad.

3)El poseso en los episodios agudos de manifestación de ira furiosa, pierde la consciencia. Cuando vuelve en sí no recuerda nada. La amnesia es total y absoluta. Sin embargo, aunque no recuerde nada el sujeto durante el episodio ha padecido un cambio de personalidad mientras ha durado esa crisis de furia. Durante esa crisis una segunda personalidad emerge.

4)Esa segunda personalidad siempre tiene un carácter maligno. Es frecuente que durante esos momentos las pupilas se vuelvan hacia arriba, o hacia abajo, dejando los ojos en blanco. Los músculos faciales se ponen frecuentemente en tensión. También las manos muestran crispación. En esos momentos de crisis, la persona articula la voz llena de odio y rabia.

5)Acabada la crisis furiosa, la persona vuelve lentamente a la normalidad, el tránsito de vuelta a la normalidad es prácticamente similar en cuanto al tiempo y al modo al tránsito que se observa de la vuelta del estado de hipnosis al estado normal de conciencia.

6) Fuera de las crisis furiosas en que emerge la segunda personalidad, la persona lleva una vida completamente normal, sin que esta patología afecte para nada ni a su trabajo ni a sus relaciones sociales. El sujeto aparece como una persona perfectamente cuerda. En todo momento distingue perfectamente entre la realidad y el mundo intrapsíquico, no observa una conducta delirante.

7)En algunos casos sí exponen cosas que parecen alucinaciones sensoriales (concretamente exponen que, esporádicamente, ven sombras, sienten una difusa sensación extraña en alguna parte concreta del cuerpo u oyen crujidos). Por el contrario, no oyen voces internas, ni sienten que algo les corre bajo la piel.

¿Qué es el exorcismo?:

El exorcismo es el rito por el que se ordena al demonio salir del cuerpo de un poseso. La esencia del exorcismo es la conjuración, es decir, la orden dada al demonio en el nombre de Jesús para que abandone ese cuerpo.

El rito eclesiástico del exorcismo contiene muchos ritos menores (la letanía de los santos, liturgia de la Palabra, rezo de la oración dominical, etc.), pero su verdadera esencia es la conjuración del demonio. Las oraciones dirigidas a Dios son deprecativas, es decir, se le suplica. Mientras que al demonio nunca se le pide nada, sino que se le conjura, esto es, se le ordena. Y se le ordena por el poder sacerdotal o por el poder inherente en el mismo nombre de nuestro Redentor.

Si en un exorcismo no hubiera conjuración, no habría verdadero exorcismo. El rasgo definitorio y específico del exorcismo es la conjuración. De hecho, la palabra griega exorkizein significa justamente eso conjurar. El conjuro es entonces es la orden dada al demonio en el nombre de Jesús para que abandone ese cuerpo poseso.

Existen dos maneras de realizar un exorcismo propiamente dicho:

Exorcismo ritual: es el exorcismo que se hace siguiendo el Ritual de Exorcismos
Exorcismo no ritual: es el exorcismo que se logra con oraciones privadas y no litúrgicas.

+Lo que el demonio no puede hacer:

1) Producir un fenómeno sobrenatural de cualquier índole que sea. Es algo que rebasa y trasciende toda naturaleza creada o creable, siendo propio y exclusivo de Dios.

2) Crear una substancia. Supone un poder infinito el hacer pasar una cosa de la nada al ser. Por eso, las criaturas no pueden ser utilizadas por Dios ni siquiera como instrumentos de creación.

3)Resucitar verdaderamente a un muerto. Únicamente podría simular una resurrección aletargando a un enfermo o produciendo en él un estado de muerte aparente para producir la ilusión de su maravillosa resurrección.

4) Curar instantáneamente heridas o llagas profundas. La naturaleza —incluso en manos de la potencia angélica—requiere siempre cierto tiempo para poder realizar esas cosas. Lo instantáneo está tan sólo en manos de Dios.

5) Las traslaciones verdaderamente instantáneas. Suponen una alteración de las leyes de la naturaleza, que únicamente puede realizarla su Autor. El demonio, como espíritu puro, puede trasladarse de un sitio a otro sin pasar por el medio. Pero no puede trasladar un cuerpo sin que éste tenga que recorrer todo el espacio que separa el punto de partida del punto de llegada y esto no puede hacerse instantáneamente por muy rápido que supongamos ese movimiento.

6) Las leyes actuales no permiten en modo alguno la compenetración de los cuerpos sólidos. El demonio, espíritu puro, puede, sin duda, atravesar a su arbitrio las substancias materiales; pero conferir a un cuerpo el privilegio de compenetrarse con otros—atravesando,  una pared—supone una virtud trascendente que Dios se reserva para sí.

7) La profecía estrictamente dicha sobrepasa las fuerzas diabólicas, aunque puede el demonio simularla con ayuda de previsiones naturales, de fórmulas equívocas o de mentiras audaces. Sin embargo, Dios puede valerse de falsos profetas para anunciar alguna cosa verdadera, como en el caso de Balaam o de Caifás; pero entonces aparece claro por el conjunto circunstancias que el falso profeta es utilizado corte aquel momento como instrumento de Dios.

8)El conocimiento de los pensamientos y de los futuros libres escapa igualmente al control de Satanás; sólo puede valerse de conjeturas. Pero téngase presente que para la extraordinaria potencia intelectual de la naturaleza angélica las conjeturas son mucho más fáciles que para el psicólogo más eminente; el temperamento, los hábitos adquiridos, las experiencias pasadas, la actitud del cuerpo, la expresión de la fisonomía, el conjunto de circunstancias, etc., etc., hacen adivinar fácilmente a los espíritus angélicos las meditaciones silenciosas de nuestro entendimiento y las determinaciones secretas de nuestra voluntad.

9) El demonio no puede producir en nosotros fenómenos de orden puramente intelectual o de la Voluntad. Ya hemos señalado más arriba la razón: en el santuario de nuestra alma, nadie, fuera de Dios, puede penetrar directamente. Estas son, brevemente expuestas, las principales cosas que el demonio no puede hacer, relacionadas todas con los fenómenos místicos. Omitimos muchas otras cosas que no interesan a nuestro propósito. Veamos ahora rápidamente—en espera de un examen más detenido en sus lugares correspondientes—los fenómenos místicos que el demonio podría falsificar.

 +Lo que el demonio puede hacer permitiéndole Dios:

1) Producir visiones y locuciones corporales o imaginarias (no las intelectuales).

2) Falsificar el éxtasis (produciendo un desmayo preternatural).

3) Producir resplandores en el cuerpo y ardores sensibles en el corazón. Hay más de un ejemplo de «incandescencia diabólica».

4) Producir ternuras y suavidades sensibles.

5) Curar, incluso instantáneamente, ciertas enfermedades extrañas producidas por su acción diabólica. Claro está que no se trata propiamente de curación, sino tan sólo de «dejar de dañar», como dice Tertuliano: Como la pretendida enfermedad era debida exclusivamente a la acción de Satanás, cesando la causa, desaparece instantáneamente el efecto.

6) Producir la estigmatización y los demás fenómenos corporales y sensibles de la mística, tales como los olores suaves, coronas, anillos, etc. Nada de esto sobrepasa las fuerzas naturales de los demonios, como veremos en sus lugares correspondientes.

7) No puede el demonio derogar las leyes de la gravedad, pero puede simular milagros de este género por el concurso invisible de sus fuerzas naturales. Téngase presente para la cuestión de la levitación: pueden darse levitaciones diabólicas, como en el caso de Simón el Mago.

8) Puede substraer los cuerpos a nuestra vista interponiendo entre ellos y nuestra retina un obstáculo que desvíe la refracción de la luz o produciendo en nuestro aparato visual una impresión subjetiva completamente diferente de la que vendría del objeto.

9)Puede producir la combustión de un cuerpo interponiendo un obstáculo invisible entre él y el fuego.

En resumen: todos los fenómenos que puedan resultar de un movimiento natural de fuerzas físicas, aunque el hombre no sea capaz de producirlas ni siquiera llevando hasta el límite máximo sus energías naturales, puede en absoluto producirlas el demonio—supuesta la permisión divina—en virtud de su propia potencia natural, extraordinariamente superior a la del hombre. Pero, cualquiera que sea la naturaleza del fenómeno producido por las fuerzas diabólicas, no rebasará jamás la esfera y el orden puramente natural. Lo sobrenatural no existe aquí más que por relación al hombre, esto es, en cuanto que los fenómenos producidos sobrepujan las fuerzas humanas; pero, considerados en sí mismos, se trata de realidades pura y simplemente naturales. Es un caso típico de sobrenatural relativo, que debe llamarse, con mayor precisión y exactitud teológica, «preternatural».

 Oración de San Benito: Para alejar de tu entorno cualquier tipo de maldad e influencia Demonica:

+Cruz Sancti Patras Benedicti Crux Sacra Sit Míhi Lux Non Dráco Sit Míhi Dux Váde Rétro Sátana! Númquam Suáde Míbi Vana Sunt Mála Quaë Lébas Ipse Venena Bibas.+

+Cruz del Santo Padre Benito Mi luz sea la Cruz Santa, No sea el demonio mi guía ¡Apártate, Satanás! No sugieras cosas vanas, Pues maldad es lo que brindas Bebe tú mismo el veneno.+


+++ Bendiciones.

Fuentes Bibliograficas: TANQUEREY, Teología ascética n.1480-1549; P. I. G. MENÉNDEZ-REIGADA, Los dones del Espíritu Santo v la perfección cristiana.
Pbro ANTONIO FORTEA. Summa Demonica  .Tratado de demonología y manual de exorcistas. 

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